Hace más de una década, Ezequiel Pérez, un lugareño de Villaseco de los Reyes que un buen día colgó el título de ingeniero aeronáutico para emigrar a Barcelona y alcanzar el éxito triunfando en el mundo de los negocios decidió poner en marcha un complejo ganadero, con el añadido de un viñedo y bodega en la finca de Ituero de Huebra, situada por tierras del Cubo de don Sancho. Entonces casi nadie –o muy pocos- creían que iba a fructificar el proyecto tan llamativo. Y mucho menos que la marca ‘Dehesa de Ituero’ en tan pocos años acabaría siendo un sello de calidad entre las nuevas referencias enológicas y hasta un símbolo del Campo Charro, al convertirse en la primera bodega que acoge en su historia. En el primer templo dedicado al dios Baco.
Cierto es que en algunos pueblos de la comarca existieron pequeñas plantaciones de viñedos, pero dedicado en su totalidad al consumo propio, ejemplo de Retortillo –donde resistieron hasta hace una treintena de años las ultimas viñas de esa zona-, de Buenamadre, de San Muñoz…, pero ni en sueños una bodega con todas las consecuencias. Y es que, Ezequiel Pérez, desde que adquirió Ituero de Huebra transformó completamente la finca, arregló los caminos, restauró la iglesia y viejas edificaciones, la dotó de viviendas, además de las mejores instalaciones para un ejemplar proyecto agrario, en el que destaca la propia viña, junto a la explotación de vacas moruchas y de cerdos ibéricos, que dados sus ricos pastos y magnífico monte de encina la convierten en un lugar privilegiado.
Sin embargo fue un amigo suyo, el zamorano Manuel Fariña, nombre de oro en el mundo de vino, quien allá por 2008 lo animó a plantar viñedo en una parcela, de alrededor de tres hectáreas, situada ligeramente el mediodía y entre encinares. Aquella primera semilla, regada con la seguridad de que esa innovación acabaría dando sus frutos hoy es una bella realidad, gracias a esos excelentes caldos que producen las cepas de syrah, las de tempranillo, las de merlot, verdejo o viogner que conviven en ese precioso paraje de la dehesa charra y donde para hacerlo posible ha formado un brillante equipo. Es el caso del enólogo Alfonso Medina, quien supo captar las ilusiones de Ezequiel Pérez para lograr que este vino triunfe entre quien lo conoce; o el de Quini, una persona del Cubo de don Sancho, que siempre trabajó de vaquero y, al final, tras llegar a Ituero se ha reciclado en un magnífico bodeguero que explica con tanta pasión cómo es la bodega, el viñedo y su entorno. También Maxi, del Cubo de don Sancho, es otra persona fundamental, aunque este más dedicado a las tareas de ganado, del que es encargado.
Visitamos la bodega recién estrenado el nuevo año, en una luminosa mañana navideña y un abanico de sorpresas se abría ante nuestros ojos. Porque allí no falta un detalle, primero al observar la forma tan sobria y elegante que se ha restaurado un antiguo pajar, construido en piedra de cantería, donde se ha cuidado cada paso en la transformación para su nueva utilidad y que acoge los depósitos de acero inoxidable. O la estancia donde reposan las barricas, que envejecen los caldos, al lado de los antiguos pesebres de piedra que son un tesoro del arte rural de los viejos canteros.
Hoy, cuando tantas veces se adueña la abulia entre las gentes de esta tierra ante el lamento de un mañana de pocas oportunidades, hay que descubrirse ante quien es capaz de demostrar que esta es una tierra con futuro, gracias a un ecosistema de los más valiosos de la Península Ibérica, con su bosque Mediterráneo, de enorme filón turístico que no está aún explotado. Por esa razón no podemos olvidar a gente como Ezequiel Pérez, como Fabián Martín y sus famosas obleas, como los industriales del embutido ibérico y de transformación de materias primas, junto a un amplio censo de ganaderos y otros industriales de un lugar que tiene tanto que ofrecer y son la mejor garantía para creer en esta joya del Campo Charro.
Y prueba de ello es ‘Dehesa de Ituero’, un ejemplo y la mejor muestra está en la calidad de sus caldos, de sus tintos, rosado o blanco, sin olvidar ese vermouth que también se elabora en la bodega. Vinos que se abren paso entre quien los paladea por primera vez y que son una garantía de calidad en los cielos del dios Baco.
Buenos vinos, muy buena ida y puedo decir q el blanco esta muy bueno
Gracias Paco por tu artículo escrito, sin duda, desde el cariño. Desconocía tu visita pero, por lo que veo, Quini hizo de buen anfitrión. No nos conocemos personalmente aunque sigo con puntualidad tu brega por nuestra tierra y sus costumbres. Para los que nos ha tocado vivir lejos de ahí gente como tú sois un asidero a nuestras raíces y creencias. Y más si toca hacerlo desde mi querida Cataluña, hoy tan convulsa. Espero poder compartir contigo una copa de vino, o de lo que sea, dentro de poco. Un abrazo.
Todo lo que aqui se dice es rigurosamente cierto, y aún mas: el campo charro puede y debe dar mucho mas de si en el futuro superando el olvido «oficial» a que está sometido.
Fantástico artículo, conocemos los vinos, la zona, la Dehesa de Ituero y un poco a sus gentes , realmente es una maravilla la dehesa en general , pero cuando se ponen muchas ganas como es el caso de Dehesa de Ituero en hacer las cosas bien, muy bien, ese Paraíso nos aporta parte de lo que tiene , naturaleza, ecología, belleza y productos de primerísima calidad , el resultado es excelente.
Enhorabuena Ezequiel, para ti y para tu equipo. Sara y Miguel .
Todo lo que se hace alli es de gran calidad.
Proyecto espectacular en el Campo Charro, lleno de ilusión y de trabajo.
Muchas felicidades Paco por este gran articulo de esta bonita finca y a Ezequiel por todo tu trabajo e ilusión para que este, tu sueño, se haya hecho realidad.
Se puede visitar la bodega y la dehesa?