En plena explosión de la época que el ‘sistema’ -y quienes con él laboran- están empeñados en vender la actual Fiesta bajo el paraguas del triunfalismo, perdiendo el respeto al triunfo legítimo, hoy me apetece recordar una anécdota de quien fue mi torero de cabecera. Del inolvidable Julio Robles. Genio y figura.
Sucedió en Las Ventas, el día de la confirmación de la alternativa. Esa tarde, con Antonio Bienvenida de padrino y Palomo Linares de testigo, al finalizar el tercio de banderillas los toreros se dirigían al callejón, mientras Julio tomaba estoque y muleta para dirigirse a saludar a la presidencia y observó como Bienvenida saludaba a amigos. Entonces Julio, estático, permaneció bajo el palco presidencial durante unos segundos parado, sin que nadie se explicase porqué no pedía el permiso.
Bienvenida seguía saludando por dentro del ruedo a gente de la barrera, hasta que Julio ya se dirige a él para decirle: Cuando usted quiera… se tapa, maestro. Una vez que Antonio Bienvenida entró por la tronera del burladero al callejón, Julio Robles pidió permiso a la presidencia y comenzó su faena.
Así era Julio. Sincero y trasparente, además de un torero colosal.
Tuve la suerte de ver a Julio Robles en bastantes ocasiones,recuerdo por ejemplo, la tarde de la confirmación de Espartaco en Madrid y le digo,amigo, sinceramente, que me ha emocionado esa foto de lo que «es torear»,aún dando de barato que una foto es una visión parcial de una realidad.Esa foto lo pone a uno en pié.
A su lado la del pase ,parece que del «desprecio», de el sujeto que desprecia al toro,a la Fiesta,al aficionado,a los colegas,a los periodistas y parece que a todo lo que no tintinee al caer al suelo, es como para largar la raba.
Ni comento ni comparo la foto del pase del «desprecio» del «mesías»con la de Dámaso que saca el cuaderno «Del toro al infinito»porque eso ya es «de collons de mico» que dicen los de Catalonia.
Hace ya tiempo me permití comentar en un cuaderno más que respetable, que la Fiesta estaba muerta y que solo le faltaba un entierro digno de cuatro o cinco capas.
Hoy pienso que que es imprescindible enterrarla como sea porque apesta.
Y Vd dispense la forma de señalar.
Recuedo bien esa tarde pues estaba yo haciendo el servicio militar en Aviacion en Madrid y fui a verlo
Genio y figura..
El maestro no se dejó pisar nunca por nadie.