Higinio Luis Severino, adiós a un personaje de novela

Higinio Luis Severino Cañizal podría ser el personaje de una novela.  Último superviviente de aquella pequeña California surgida en la Salamanca de la naciente década de los 40 al boom del wolframio, su apasionante vida dio para inspirar el mejor novelista en la creación de lo que sería todo un bestseller. Porque este personaje nacido en la villa salmantina de Vitigudino que fue terrateniente, ganadero, apoderado taurino, promotor teatral, abogado… y esta mañana navideña acaba de recibir tierra, a nadie dejó indiferente. Sus vivencias por todo el mundo y su fluida conversación hacían de él un personaje carismático. 

En La Real Maestranza en sus tiempos de apoderado

Desde su infancia en Vitigudino, cuando Higinio, su padre –un avispado negociante natural de Pereña de la Ribera que era el encargado del telégrafo-, se instala allí y en plena infancia, al poco de estallar la bestialidad de la Guerra Civil, el pequeño Higinio Luis queda marcado una noche que llaman a la puerta de su casa y al abrir descubren que iban a buscar a su progenitor para darle el paseo. Pero el padre se revolvió y le pegó tal palizón a quienes querían asesinarlo –un ganadero de Salamanca y un transportista- que los mandó directamente al hospital.

Poco después se produce un hecho que cambia la vida de toda la familia a raíz de la aparición del wolframio en Barruecopardo, que transforma a toda esa comarca, dado el alto valor que alcanza en el mercado internacional en tiempos de la II Guerra Mundial al ser el material necesario para construir armamento y el hábil Higinio enseguida se hace con varias explotaciones donde trabajan hasta ¡3.000 operarios!, instalándose en esa localidad tras adquirir una gran casa con bodega, dependencias y la finca La Zaceda, más de 300 hectáreas en el término municipal. Gana un capital en poco tiempo y hasta negocia con Himmler, el lugarteniente de Hitler, quien en 1940 –en la víspera de presenciar la confirmación de Pepe Luis Vázquez en Las Ventas- se desplaza a Barruecopardo para cerrar el trato.

En medio de esos días, mientras España se muere de hambre y en Barruecopardo corre el dinero en abundancia, el emprendedor Higinio Cañizal compra la finca Fuenlabrada, de más de 2.000 hectáreas y que transforma totalmente para convertirla en la mejor dotada de la provincia. Son tiempos de opulencia y siendo Higinio Luis un adolescente, el progenitor adquiere la ganadería de Rogelio Miguel del Corral, alcalde de Villavieja de Yeltes y procurador de los tribunales, que enseguida es trasladada a Fuenlabrada para vivir un Falcon Crest en versión charra. En la finca se levanta una plaza de tientas espectacular, con habitaciones para los toreros, duchas, piscina –estos entonces no lo había en ningún sitio-, junto a las más modernas dependencias. Allí pasan semanas del invierno Paquito Muñoz –quien acaba casándose con Margarita Severino Cañizal y suegro le regala Monte Araúzo, magnifica finca cercana a Peñaranda-, Victoriano Valencia, Antoñete, Curro Girón, los hermanos Corpas, Alfonso Merino, Luis Segura…, mientras que la ganadería vive años de esplendor, lidiando en muchas plazas y disfrutando del honor de ver cómo a un toro suyo –de nombre ‘Lobito’- es premiado con la vuelta al ruedo en Madrid.

Con El Cordobés y El Pipo, de quien fue gran amigo,

Higinio Luis, además se hace taurino gracias al consejo y lecciones que recibe de Jesús Cañizal, tío carnal suyo que en esos días es un hombre importante en el sector, por lo que comienza a gestionar un montón de plazas de la provincia de Madrid, La Mancha, Levante…, junto a otras de América, además de apoderar a diferentes diestros, uno de ellos fue el empresario José Luis Lozano en sus días de novillero, en una nómina que finaliza el venezolano Adolfo Rojas.

Además, ese tiempo, Higinio Luis Severino, lo ha aprovechado para licenciarse en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y comenzar a hacer sus pinitos en la abogacía. Un mundo que lo cautiva y más tarde, con la partición familiar y verse obligado a dejar de ser ganadero –el último festejo lo lidia en Salamanca, en 1970, en el debut con picadores del Niño de la Capea-, se dedica íntegramente a él, a la para también decide cortarse la coleta como taurino y matrimonia con la doctora guijuelense Gloria de Vega, de una conocida familia de jamoneros. 

Desde entonces, Higinio Luis Severino, que también hace pinitos en la promoción teatral, solamente vuelve una vez más a una plaza de toros. Lo hizo al madrileño Palacio de Vistalegre invitado por José Antonio Campuzano -cuya mujer, Lupe Vega, es ahijada de Higinio Luis- para ver a Sebastián Castella en sus tiempos de novillero y eso que su antiguo poderdante, José Luis Lozano, en su época de empresario de Las Ventas lo llamaba todos los años para decirle que tenía reservado un lugar en el callejón durante la temporada. Aquella fue la única vez, aunque si estaba pendiente de lo que ocurría a través de la televisión y en alguna ocasión acudía al eventos de La Escalera del Éxito, del que era jurado y en la revista solía escribir magníficos artículos de sus vivencias taurinas.

Apenas venía a Salamanca, porque la emoción se adueñaba de él por tantos recuerdos como guardaba de los mejores años, que fueron en esa ciudad. Un grupo de amigos también insistían en que fuera a Vitigudino y siempre desechaba la idea, para no ser dominado por la sensibilidad a su querido pueblo, del que tanto le gustaba hablar.

Hasta hace pocos días estaba pendiente de todo y gustaba de llamar a quienes éramos sus amigos para contar cosas de su vida, hasta que el miércoles su wasap que quedó clavado para siempre a las 20.47 y temiéndonos lo peor, anoche supimos que había emprendido el viaje de la eternidad. De esa eternidad a la deseaba viajar para abrazar a su hijo, del mismo nombre, que falleció repentinamente hace 3 años y, tanto a Higinio Luis como a su mujer Gloria, los dejó postrado en el más grande de los dolores.  

Hoy, en esa mañana navideña tan mimosa, dedicamos estas líneas a quien fue un buen amigo. A un personaje de novela llamada Higinio Luis Severino Cañizal, el último superviviente de aquella pequeña California nacida en Barruecopardo al boom del wolframio. 

Higinio Luis, a la izquierda, junto a miembros del jurado de ‘La Escalera del Exito’

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

6 comentarios en “Higinio Luis Severino, adiós a un personaje de novela

  1. Magistral descripción del devenir de Higinio Luis, muy amigo de Ramón y a la vez mío.
    Desgranando recuerdos me vienen a la memoria momentos muy gratos y anécdotas inolvidables vividas junto a sus amigos.
    Era un ser acogedor y simpático.
    Mi sentir profundo a Gloria, su esposa .
    D.E.P.

  2. Muy bien, Cañamero. Ya había leído cosas de este señor…
    (no tuvo que ver algo,en su día,con la finca de Arauzo. O es porque fue de Paquito Muñoz…? )

  3. Gran cantidad de archivos ocupan espacio en mi ordenador sobre ese personaje que marcó una época en mi pueblo. Pocos serán los que no han escuchado alguna vez su nombre

  4. Dos años después me acabo de enterar del fallecimiento de Luis Higinio con quien mantuve una gran amistad muchos años.Tampoco sabía nada de la muerte de su único hijo y lo siento infinito. Vaya para Gloria nuestro más sentido pésame. Su vida en efecto fue la de un personaje memorable ,generoso e irrepetible.Siempre estaréis en mi corazón.

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