Unos lances de Valentín Hoyos que pedían poetas

Sigue con toda la alegría el Carnaval del Toro, aunque a primera hora de la tarde volvieran los negros nubarrones por el accidente de un joven que perdió la vida al caer a los fosos de la muralla. Con el dolor vivo en le ambiente dio comienzo el festejo que se tornó en polémica en el momento que la Corporación decidió suspender la programación festival del Miércoles de Ceniza y Domingo de Piñata. Fue tal la presión popular que el Consistorio debió recular en la medida y, antes de finalizar la novillada, ya anunció que seguiría tal cual. 

Mientras tanto, el festejo, se desarrolló con muchas cosas interesantes, como el encierro que mandó El Juli, que presenciaba el festejo desde el balcón municipal, y fue una delicia para los toreros por la clase que atesoraban y unas embestidas tan dulces como la mermelada. Ni una complicación presentó ninguno de los cuatro novillos, ni le hicieron sudar la gota gorda a los espadas. 

Abrió el cartel Santana Claros, que brindó al gran Ángel Rico, el corredor de encierros de San Felices de los Gallegos, en largo parlamento. El chaval dejó claridad en su hacer, e incluso detalles pintureros dentro de un trasteo que fue de más a menos. 

Entre gritos y protestas reivindicando ¡cenizos! salió el segundo, también con mucha clase. Enseguida se hizo presente Valentín Hoyos, quien lo recibió con una larga cambiada, para deleitar, a continuación, con cuatro verónicas magistrales. Las cuatro a compás abierto, con el mentón hundido y moviendo las telas con duende en lances que pedían poetas. Fue un primor al que remató con un afarolado de hinojos. Y la tarjeta de presentación de este albercano que firmó lo más destacado de la tarde con el capote. Brindó al Juli y de nuevo se clavó de rodillas para torear sobre la diestra con mucho mando y suficiencia a un novillo que acudía presto y humillando al cite. Valentín mostró mucha madurez y ya pide alzar el vuelo para dar un nuevo paso en su carrera.

También Manuel Perera, ya en vísperas de su alternativa, se encontró con otro nobilísimo novillo al que cuaja una larga faena con autoridad, aunque muy larga –incluso le tocaron un aviso- y frío en su hacer, costándole mucho llegar al público.

Menos le costaba llegar al jaranero tendido al colombiano Leandro Gutiérrez, que brindó a la esposa del ganadero Rafa Cruz, con el beneplácito de contar con un novillo que tuvo clase, temple y humillación. Sin embargo, el muchacho quiere empezar con otros acaban, es decir poniendo sobre el tapete el citar fuera de cacho, no adelantar la muleta y abusar del pico. Pero claro, no es que se lo perdonen, es que como estamos en tiempos confusos encima se lo premian y le dan a entender que ese es el camino.

Rodado el novillo de Leandro Gutiérrez y mientras el alcalde se disponía a informar que el miércoles seguían adelante los cenizos, la cuadrilla del colombiano se inventó una vuelta al ruedo (provocado en la disculpa de ir a buscar un ramo que le entrega la corte de reina y damas) y lo que son las cosas, un banderillero hasta desairó a la autoridad. Cosas de tiempos confusos que acabaron cuando a Valentín Hotos lo sacaban en hombros y quedaba el sabor de cuatro lances que tuvieron duende y pedían poetas. 

FICHA DEL FESTEJO

Ganadería: Se lidiaron utreros del Freixo, justos de presencia, enclasados y de dulces embestidas y con genio. 

Santana Claros: Vuelta el ruedo,

Valentín Hoyos: Dos orejas.

Manuel Perera: Una oreja tras aviso.

Leandro Gutiérrez: Vuelta al ruedo. 

Casi lleno en el coso taurino, en tarde nublada y de buena temperatura. 

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

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