Emociona la vuelta del Niño de la Capea para celebrar el número redondo de los 50 años de matador. Para escribir su nombre otra pagina de oro en el inmenso legajo de la Tauromaquia. Lo hace en ese momento tan especial, tan único y que alcanza en plena madurez, con todos los reflejos, más afición que medio escalafón y ese amor propio que le hizo ser figura del toreo desde el mismo día de su alternativa.
Por eso, el 19 de junio, domingo, la villa de Guijuelo va a ser la capital mundial del toreo para aplaudir a una leyenda que rodeado de los suyos celebra su medio siglo desde su alternativa. Un acontecimiento que será recordado para siempre y será de esos que se transmiten de padres a hijos.
Va a ocurrir algo semejante a lo vivido medio siglo atrás, en la tarde de su alternativa en Bilbao, que además fue televisada. De aquel momento triunfal al que llega por la puerta grande y él siempre ha dicho que ahí comenzó el inicio de su libertad. Y de decir adiós a la pobreza. Su alternativa recibida de manos de su admirado Paco Camino, con Paquirri de testigo y toros de Lisardo Sánchez fue un acontecimiento que comentó para TVE el gran Pepe Alameda, que llegó desde el exilio mexicano para deleitar a todos los telespectadores con sus sabios conocimientos y personal estilo de narrar las corridas de toros.
Me encanta ver al maestro engrandeciendo la Fiesta y vivirla con la tanta pasión. Recibiendo tanta afecto allá donde acude y siendo un auténtico orgullo de aquella generación de los 70 que, en sus primeros años, debieron luchar contra tantos frentes para abrirse camino. Él es el orgullo de aquellos grandiosos toreros. Y el baluarte. Uno de los toreros más importantes de la historia y que siempre ha seguido sembrando en la besana de la Tauromaquia, por eso nadie más que él merece el próximo Premio Nacional de Tauromaquia, que desde aquí propongo y debe ir a sus manos.
Lo saludé en Ciudad Rodrigo a la salida del festival del Martes, donde acababa de lidiar un festival, que además había toreado su hijo Pedro y su yerno Miguel Ángel Perera, y el maestro ya luce tipo fino como en sus años de esplendor. Estaba comentando los pormenores del festejo con dos queridos amigos, el doctor Enrique Crespo y el ganadero y antiguo rejoneador extremeño Diego García de la Peña cuando el maestro abandonaba el Ayuntamiento mirobrigense y se detuvo a hablar con nosotros –es muy amigo de Diego García de la Peña-, siempre con el señorío y personalidad de la que hace gala, comentando la ilusión que tenía para esta fecha tan emblemática en su vida y en la propia historia de la toreo.
Mientras llega ese día, hoy me descubro para tributar mi admiración a este torero convertido en leyenda. A un ejemplo que supo vencer todos los obstáculos con un amor propio como nadie lo ha tenido, junto a su raza, conocimiento del toro y temple para son bajarse jamás del pedestal de las figuras.
Por cierto y que nadie se asuste, pero este acontecimiento va a suponer la corrida número 1678 del maestro. Ahí nada y el que venga detrás que arreé.
¡Suerte!