¡Ahí va un torero!

Cuando llegó el tremendo percance de Emilio de Justo y a todos se nos encogió el corazón, mientras rezábamos deseando que llegaran noticias optimistas, Álvaro de la Calle tuvo el compromiso más grande de su vida. Él con toda normalidad, muy seguro de lo que tenía por delante y sabiendo sujetar las riendas en unos momentos que la gente hacía cábalas y nadie apostaba un duro por alguien que era desconocido para la gran mayoría. En ese instante, uno que lo conoce y es consciente de su capacidad y sobriedad muletero, recordó una tarde que se toreó una de Miura en Salamanca, matándola con tremendo oficio y dignidad; u otra, con tintes heroicos, en Gijón, en un mano a mano entre Antonio Ferrera y Javier Castaño con toros de La Quinta, que hirió a ambos y mientras estaban en la enfermería, Álvaro de la Calle tuvo que tirar para adelante frente a un cuajado toro de La Quinta frente al que estuvo firme, decidido, con gusto y torería; le cortó una oreja que no fueron las dos por pinchar previamente a la estocada. Pero esa tarde, en la plaza gijonesa del Bibio, Álvaro dio la verdadera dimensión, aunque a los taurinos se le olvidó enseguida la gesta.

Ayer, otra vez protagonista y dueño de los titulares, me alegré sobremanera por el duro batallar como lleva y también por aquel Vicente de la Calle, su padre, que siempre fue un luchador. Su actitud y firmeza fue de torero, porque es muy difícil sobreponerse en una tarde de tanta expectación y la papeleta de torear cinco toros en Madrid, donde lo más normal es que te pueda la presión. Pero Álvaro supo controlar los tiempo, tener inteligencia, no dejarse llevar por prisas para estar con tanta dignidad. Y tan torero. Y tan hombre.

Desde luego que Álvaro ha demostrado, otra vez, que su sitio es otro; no desmerece de ningún cartel, tiene el poso de la veteranía, arrestos para matar lo que le echen y estar con tanta dignidad como el que más. Todo lo hizo con naturalidad, sin sobresfuerzo y eso que la gente, que había pagado una entrada y se encontró con otro festejo, tardó en darse cuenta de la realidad. Por todas esas razones hay que descubrirse, porque además si la corrida de ayer coge a Álvaro un poco más rodado, a esta hora se estaría hablando de una puerta grande más que merecida. 

Por eso, una vez más, este torero ha puesto sobre el tapete tantas virtudes y tanta grandeza. Tanta categoría humana cuando después de la gesta, mientras recibía miles de enhorabuenas, abrazó a su mujer y a su hija para irse de la mano de ellas al coche y regresar al hotel en un busca de un descanso que nunca fue tan merecida. Esas foto de los tres es a foto de la sensibilidad y grandeza de un torero. 

De Álvaro de la Calle, ¡con toda mi admiración!

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

12 comentarios en “¡Ahí va un torero!

  1. Lección de serenidad,temple y agallas para sobreponerse a una situación muy complicada tras torear poquísimo. ENHORABUENA!!!

  2. Espero que le sirva, no como la oreja que le cortó al de Miura hace veinte años, que no le valió ni para que le volvieran a poner en Salamanca al año siguiente.

  3. Enhorabuena Alvaro de la Calle, por ese saber estar ante tan grande compromiso. Muy digna actuación, muy torera y valiente ante esos cinco de Madrid. Ojalá, torero, sirva que le tengan en cuenta. Eso le deseo. Suerte TORERO.

  4. Como estuvo de bien eseTOREROdesde el momento en que tuvo que hacerse cargo de la situación tan difícil,valiente generoso resolutivo y sin arrugarse entrando a matar por arriba cinco toros de Madrid,la prueba del 9 es que no se fue ningún espectador,por algo seria.Animo y que te sirva que te mereces con esa actuación muchas más corridas normales

  5. Como estuvo de bien ese TORERO desde el momento en que tuvo que hacerse cargo de la situación tan difícil digno,valiente,generoso,naturalidad y entrando a matar por arriba cinco tiros de Madrid,la prueba de su aceptación por parte del público es que no se fue nadie,por algo seria.Animo y que te sirva para figurar y torear corridas acartelado

    1. Los que desde Colombia vinos por Televisión la corrida, una vez que el toro lesionó a Emilio de Justo, nos encontramos con un ALVARO DE LA CALLE, hecho un hombre y además: un torero de los pies a la cabeza. Y que grandeza la de ese público de Madrid, que acogió con respeto y seriedad y hasta con admiración, la gesta de este torero. Se ha ganado con creces su inclusión en la primera sustitución de la Feria y, después, Dios dirá que le tiene deparado a este TORERO MUY TORERO Y MUY HOMBRE!!! Un tributo de admiración para el cronista taurino a quien van dirigidas estas letras, por resaltar con generosidad y amplitud, la actuación de ALVARO DE LA CALLE. ¡Que bonito es el toreo!

  6. El tema de los sobrasalientes hay q regularlo en este caso Álvaro solucionó con solvencia la corrida no quiero pensar en otros sobresalientes alguno paisano antes para ser sobresaliente tenías que tener torneadas ciertas corrida en la pasada temporada ahora con un carnet y el vestido de torear puede ir cualquiera

  7. Mantener el ánimo, el temple, fué una gran lección de pundonor y solvente torería a tenor con la estampa tierna y natural de amor a su familia. El amor a su profesión quedó allí, latente.

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