¡Cuando el cardenal Amigo Vallejo ‘apoderó’ a Jorge Manrique!

Jorge Manrique, en sus tiempos de matador de toros, en una de sus tardes en Madrid.

Vuelven los toros a Valladolid en la tradicional fecha de San Pedro Regalado, el patrón de los toreros y de la ciudad. Siempre fue un acontecimiento disfrutar esa fecha de tanto sabor en la capital castellana, cuna de grandes toreros y la Tauromaquia se vive con tanta pasión.

Ahora el coso del Paseo de Zorrilla, el que compró Jumillano, en una de sus mejores inversiones, cuando se hizo rico de torero en tan breve espacio de tiempo, vuelve a abrir sus puertas para acoger dos interesantes carteles de figuras. ¡Pena que no tenga el complemento de una novillada! Pero ya se sabe que los taurinos son los peores enemigos de su propio espectáculo y únicamente piensan en el dinero rápido. 

Estas fechas de San Pedro Regalado siempre son ideales para disfrutar de Valladolid en el mágico complemento de toros y turismo, con la exquisita gastronomía que ofrecen sus cientos de fogones, junto al gran ambiente que se respira en sus calles. Porque Valladolid es una de las capitales donde más aires taurinos se respiran.

Y allí, en su histórico coso, ya acicalado para los acontecimientos del fin de semana, ejerce de gerente Jorge Manrique, el torero de Medina de Rioseco que tantas veces vimos triunfar sobre esas arenas, en los tiempos que protagonizó una más que interesante carrera mientras vistió el traje de luces. Además, como Manrique es una persona tan simpática, que a nadie deja indiferente, allá donde estuvo ha dejado el legado de un montón de amigos. Uno de ellos fue su ilustre paisano, recientemente fallecido, el cardenal Carlos Amigo Vallejo, muchos años arzobispo de Sevilla y que estuvo muy cerca de ser Papa en el Cónclave que sentó al alemán Ratzinger en la silla de San Pedro. Amigo Vallejo, con su enorme personalidad, marcó la vida de Sevilla durante su largo mandato, sin olvidar jamás sus orígenes de Medina de Rioseco, la Ciudad de los Almirantes, a la que solía desplazarse con frecuencia para visitar a sus familia, o si se le requería estar presente en el algún acto. En su localidad natal era uno más y conocía a toda la gente, con quienes departía para interesarse por los trabajos, estudios de hijos… Una de aquellas gentes que siempre saludaba eran los padres de Jorge Manrique, a quien conoce desde niño y, nada más, ser consciente de que se ha iniciado en el camino del toro, se interesa por su carrera. Al igual que hacía con todo aquel que podía ayudar, con más ímpetu si eran paisanos. De hecho, Amigo Vallejo era un gran futbolero –seguidor del Atlético de Madrid- y nada más llegar a Sevilla se hizo muy bético e incluso frecuentó el palco de Heliópolis. La razón era que una de las estrellas del conjunto bético, Julio Cardeñosa, era originario del pueblo de Villabrágima y sus familiares también muy conocidos del prelado.  

Con Cardeñosa, originario de la localidad vallisoletana de Villabrágina y con lazos familiares de amistad.

Una de las ocasiones que acudió a su pueblo y encontrarse con Jorge Manrique, entonces en su segunda temporada de novillero con caballos, le preguntó por su trayectoria: 

– Con mucha ilusión, don Carlos, aunque es muy difícil. A ver si habla usted con la empresa de Sevilla para que me pongan, que un triunfo en Sevilla lo cambia todo.

– Descuida Jorge, en cuanto llegue llamo al gordito y le pido el favor de que torees en Sevilla. 

Al nombrar al gordito, don Carlos se refería al empresario Diodoro Canorea, a quien la sociedad sevillana y taurina conocía con ese apelativo, quien recibió la llamada de Carlos Amigo Vallejo y pocas fechas mas tarde, el riosecano Jorge Manrique venía cumplido su sueño de torear en La Real Maestranza de Sevilla. De torear en el marco más bello del toreo y desde el que estuvo pendiente el arzobispo siguiendo el festejo desde el despacho del gordito –de Canorea-, a través de un circuito cerrado de televisión. 

Porque Amigo Vallejo, que a nade dejó indiferente, tuvo una enorme talla moral, aunque eso sí, cualquier cosa que fuera de Valladolid lo convertía en su debilidad. Por eso, ahora que llega San Pedro Regalado y vuelven los toros a Valladolid, con Jorge Manrique de gerente, vaya este recuerdo para tan gran personaje que estuvo tan cerca de sentarse en la silla de San Pedro. 

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

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