Era su día y este sábado, 9 de julio, la leyenda de Julio Robles estuvo presente entre todos los aficionados, quienes tuvieron un recuerdo para el genial torero charro. 50 años atrás, en La Monumental de Barcelona, tomaba la alternativa de manos de Camino y con Puerta de testigo. Enfrente reses de Juan Mari Pérez Tabernero para la importante tarde de quien llegaba al toreo para escribir con tanta gloria su nombre.

No podía pasar de largo ese momento y había que devolver la grandeza de Robles al lugar donde comenzó todo, justo medio siglo atrás. Por eso, en la calurosa mañana del sábado había que estar en La Monumental de Barcelona y tributar el reconocimiento que merecía tan admirado maestro. Y, junto a un grupo de salmantinos admiradores del diestro, allí nos presentamos para dejar depositado sobre sus arenas un ramo de claveles rojos como símbolo sentimental de tanta grandeza.

La propiedad de la plaza, con Pedro Balañá Mambrú al frente, facilitó el camino para abrir de par en par las puertas de La Monumental acompañándonos a este acto. Por cierto, es al primero que acude Balañá desde que, por presiones políticas, se vio obligado a paralizar la actividad taurina de ese templo del toreo, del que todos esperamos una normalidad para volver a celebrar aquellas tardes de toros que le dieron tanta gloria y categoría. El actual Balañá, tercero a la línea dinástica fue muy claro al afirmar que está deseando que La Monumental recupere su actividad taurina. 

Y junto a él varios charros de pro que han triunfado en la Ciudad Condal que encabezaban el hostelero Silvestre Sánchez Sierra, Ezequiel Pérez Villoria, ingeniero aeronáutico de formación y dueño de una constructora; junto a José María Rodrilla, excepcional futbolista de Fuentes de Béjar que triunfó en el Español y hoy es un prestigioso abogado –a quien acompañaba la leyenda de Rafa Marañón, siempre taurino-. Bajo un intenso calor se rememoró al inolvidable Julio Robles en medio de muchas emociones y con las lágrimas presentes. Eran las mismas arenas donde tomó la alternativa y en las que nunca dejó de torear un par de veces cada temporada hasta la tragedia de Beziers, en las que acaparó triunfos y admiración. En la mismas que, en 1975, brindó un toro a Johan Cruyff, cuando el holandés que defendía los colores del Barça era la máxima referencia del fútbol mundial. En la que siempre acudía a torear con tanta ilusión y abrazado a los recuerdos vividos aquella tarde del 9 de julio de 1972 cuando tomó la alternativa y fue el principio de su grandeza.

Por eso, por tanta admiración hacía el grandioso torero de Salamanca, ayer había que volver a La Monumental para sentir otra vez vivo su recuerdo.