Esta mañana, cuando Salamanca ha estallado en fiestas y La Glorieta se prepara para subir el telón de sus festejos de la feria, como un mazazo ha corrido por toda la ciudad la muerte del gran picador Víctor Cáneba, de Victoriano Cáneba Martín, una leyenda entre los varilargueros, que se ha ido de modo inopinado, repentino.
Víctor, con su inconfundible porte de leyenda de los varilargueros, alto, de anchas espaldas y manos forzudas que apretaba al saludar, porque él siempre saludaba de verdad, deja tras de sí un inmenso legado en su gloriosa página de entrega a la Fiesta. Una pagina extensiva a una parte de su familia y heredada de sus progenitores, nativos de Jerez de la Frontera y llegados a Salamanca en los años previos a la Guerra Civil como desbravadores de caballos. Lo hicieron a la par que otras dos gloriosa dinastías, también procedentes del sur llegadas al Campo Charro, la de los Atienza (cuyo progenitor fue mayora de Graciliano Pérez-Tabernero) y los Matías (con el padre radicado en Villavieja de Yeltes). Todo ellas con nombre de oro en el arte de picar toros.
En los Cáneba brillan su primo Felipe, aunque retirado a joven edad y más aún José Luis ‘El Rubio de Salamanca’, que fue una figura y picó para Paco Camino, Andrés Vázquez, antes de encuadrarse con Julio Robles, a cuyas órdenes se jubiló tras permanecer 17 temporadas. Y figura grande fue Victoriano, a quien todos llamaron Víctor, quien de mozo fue un excelente caballista (que es la base de todo buen picador) que comenzó preparando los caballos del rejoneador charro José Ignacio Sánchez (de la familia ganadera de Trespalacios), para comenzar pronto su andadura con los del castoreño para colocarse con Pascual Mezquita y José Falcón, de cuyas filas pasaría a las del Roberto Domínguez. Su monta, dominio de la suerte y buen hacer no pasaron inadvertidas y enseguida lo llamó Curro Romero, nada menos que El Faraón de Camas, con quien estuvo varias temporadas antes de pasar a la cuadrilla de Luis Francisco Esplá, en la que se convirtió en un clásico durante las casi dos décadas que estuvo a sus órdenes. Con Esplá su nombre fue a lo más alto, se hizo merecedor de numerosos trofeos y gozó del fervor de numerosas aficiones, entre ellas la francesa, o la de Pamplona, en la que gozó de culto. De esa Pamplona donde una tarde de San Fermín encogió a todo el mundo por la gravísima cornada sufrida por ‘Chivito’, un astifino todo de Pablo Romero que le atravesó el hígado y el pulmón, dejando su vida durante varios días pendida de un hilo. Eso sí, esa tarde tras sufrir el percance y, con su carácter indómito, sin creer la importancia que tenía volvió a subir al caballo para dar otro puyazo, sin que nadie en la plaza fuera consciente que aquel hombre que nada más llegar a la barrera, al sentir rotas sus entrañas y bajar del caballo se desmayo, estaba al borde de la muerte.
Tras Esplá llegaron Manolo Sánchez y José Ignacio Sánchez, en sus mejores años, hasta que un buen día se fue en silencio. Se marchó como es él, sin alharacas y buscando la paz del campo en su finca La Berzosa, cerca de Casillas de Flores, donde era feliz con su punta de ganado y sus caballos. Después regresaba a Salamanca y, siempre acicalado, le gustaba salir por el centro a tomar unos vinos –nunca faltaba a la cita en el Restaurante Valencia- y al encuentro de los viejos amigos. Le gustaba ir solo, porque era un hombre ajeno a los barullos y cuando estaba a gusto hablando de toros –con poca gente- se olvidaba del reloj y le podían dar las tantas, mientras comentaba el arte con la vara de Almohadilla o Curro Sanlúcar; o las formas que debe tener un buen caballo.
Hoy, con su adiós a los ruedos celestiales queda un enorme vacío y se echará de menos a este gran picador que escribió una página memorable entre los profesionales del castoreño. Quien saludaba siempre de verdad con sus manos forzudas y se ha ido justo cuando está a punto de arrancar la feria. Por eso, mañana, no hay disculpa para cuando finalice el paseíllo de la novillada se guarda un minuto de silencio a su memoria, en recuerdo a tantas tardes de éxito en La Glorieta, a llevar el nombre de Salamanca con tanta grandeza y a ser un íntegro defensor de la Tauromaquia.
PD: Su funeral será mañana, 10 de septiembre, a las 10 de la mañana en la capilla del Tanatorio San Carlos (al lado del cementerio de Salamanca).
Cuanto lo siento, D.EMP. Buena persona, y buen amigo de sus amigos. Hacía tiempo que no lo veía.
Mi pésame sincero, para su familia y amigos.
Que familia más buena, los Canovas, cuántos recuerdos. Que Dios lo acoja en su Gloria, y le de un abrazo fuerte a, el Rubio, Peñita y a todos que ahora no recuerdo,y que en los carnavales de mi pueblo, su cuartel era, mi casa El Rodeo.
Mi pésame a la familia D.E.P
Mi más sentido pésame a toda la familia D.E.P
Gran persona, humilde, sencillo y amigos de sus amigos. Como mi gran amigo Diego Canebas, su hijo, íntimo amigo mío y el único que desde años, ha estado a mi lado en lo bueno y sobre todo ha estado en la malo.
Tu padre era como tu, y tu como el.
Mi sentido pésame para toda su familia y amigos.
Mi pésame a su familia, siempre en casa de mis suegros hablaban muy bien ,eran como su familia