Tiempo de vendimia en ‘Dehesa de Ituero’

Llegó la vendimia en el escenario que regala cada año la estación de los poetas. Además de las labores propias de recolección, con la delicadeza que exige y donde cada ramo ha de ser tratado como el mismo cariño que se bebe una copa de vino, a su alrededor son numerosas las localidades vinícolas que programan sus fiestas de vendimia. Este fin de semana la histórica ciudad de Toro, cuna de excelentes caldos, ha echado la casa por la ventana para festejar a la vendimia; también, por tierras charras, en San Martín del Castañar han celebrado una jornadas festivas con enorme ambiente y expectación.

Salamanca que extiende su viñedo por amplias zonas de Arribes y Sierra de Francia, ambas ya bajo el prestigio que otorga una Denominación de Origen; no deja al margen la tradición en diferentes lugares de La Armuña, ejemplo de Parada de Rubiales, que su pasado de esplendor queda vivo en la infinidad de bodegas que conserva soterradas en su casco urbano; en Lumbrales, con su famoso viñedo al que vela San Gregorio desde la ermita erigida en su honor en ese contorno.

Pero una de las grandes novedades vinícolas de la nuestra provincia llegó hace cerca de 15 años  gracias a un emprendedor llamado Ezequiel Pérez, hombre visionario e innovador, que tras adquirir la dehesa de Ituero de Huebra, por tierras del Cubo de don Sancho, además de poner en marcha una ejemplar explotación de ganadería morucha y porcina, supo ver que una besana rodeada de encinares, orientada al mediodía, con suelo de calidad, era la ideal para el cultivo de la vid y acabó dando paso a una bodega a la que no le falta un detalle. La bodega ‘Dehesa de Ituero’, en honor a esa preciosa finca bañada por el Huebra en uno de los rincones más impactantes del Campo Charro y al que, gracias a Ezequiel, regresaron las viñas después de haberse perdido por esa zona hace más de un siglo. 

En las labores de vendimia participa las gentes del Cubo de don Sancho

Asesorado por el prestigioso enólogo Alfonso Medina, que supo captar las ideas de Ezequiel, enseguida, esa besana se adaptó para acoger la plantación de cepas syrah, tempranillo, merlot, verdejo y viogner, que enraizaron para convertirse en la imagen de ese precioso paraje de la dehesa y que ya lleva varios años dando su fruto en forma de excelentes caldos. Y también convertida en un símbolo del Campo Charro al abrir nuevos horizontes. 

Ahora, bajo la dirección de Ezequiel Pérez, natural de Villaseco de los Reyes emigrado a Barcelona, donde colgó el título de ingeniero aeronáutico, para triunfar en el mundo de los negocios, junto al enólogo Alfonso Medina y Quini, un hombre del Cubo de don Sancho que en Ituero se ha reciclado en un magnífico bodeguero, además de Maxi, el encargado de la finca.. se ha llevado a cabo una nueva vendimia. Un vendimia que siempre es esperada por muchas gentes del Cubo de don Sancho, quienes participan alegremente en esta delicada labor donde Ezequiel es el gran anfitrión, mientras organiza cada detalle con la precisión de un reloj suizo. 

Ezequel dirige las labores con la perfección y el sentido de las cosas bien hechas

Porque de ahí saldrán estos exquisitos caldos de ‘Dehesa de Ituero’ que ya se ha hecho con un nombre de prestigio gracias a la calidad de sus caldos, de sus tintos, rosado o blanco, sin olvidar ese vermouth que también se elabora en la bodega. Vinos que se abren paso entre quien los paladea por primera vez y son una garantía de calidad en los cielos del dios Baco.

‘Dehesa de Ituero’ se ha convertido en un símbolo del Campo Charro.

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

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