En la paz de Diosleguarde, con Manuel

El diestro ya resta las horas para la llegada del domingo.

Se avecina el domingo, 23 de abril, y con él uno de los acontecimientos taurinos de la temporada: la reaparición de Manuel Diosleguarde tras la brutal cornada sufrida a finales de agosto en Cuéllar (Segovia). Un percance sufrido al entrar a matar a un toro de Cebada Gago, que clavó su astifino pitón derecho en el triángulo de Scarpa del joven diestro para campanearlo a continuación produciéndole gravísimas lesiones en vasos y arterias. Durante horas se temía por su vida, salvada por las manos sabias de la doctora Marta López.

Ahora, Manuel, ya solo piensa en esa fecha. En ese momento de volver a vestir de luces y sentir el calor del público que va a llevar a rebosar la plaza de Guijuelo. Acudimos a visitarlo a Diosleguarde, su pueblo, situado muy cerca de Ciudad Rodrigo y cuyo nombre ha llevado a los carteles. Nos recibe en su misma casa, llena de recuerdos taurinos, de numerosos trofeos, de libros taurinos… Se denota que el chico tiene gusto, porque en su hogar se respira ese sabor que tienen las casas de los toreros. Observamos sus recuerdos y hablamos de toros, de su vuelta, de su vida… De todo en general con este chico que tiene viveza en su mirada y contesta con rapidez, muy seguro de sí mismo, pendiente de la entrevista, con el móvil apagado. Todo en su sitio.

Siempre está al tanto de la actualidad taurina.

Se acerca el domingo y su nombre ese día volverá a la pomada, algo de lo que Manuel es consciente, “estoy deseando que llegue ese momento. Han transcurrido casi ocho meses del percance de Cuéllar y si miramos para atrás ya casi está olvidado. Hoy todo es la ilusión de volver. De que la gente me vea como lo deje, que me exijan y vean mi progresión. Sin duda es el día más especial de mi trayectoria y cuento las horas para volver a verme delante del toro en una plaza con público”.

Esa tarde  de Guijuelo que va a llegar cargada emociones y de volver a abrazar su mundo, él tiene claro para quien será su reconocimiento, “mi gratitud y todo mi recuerdo que va a estar dirigido a la doctora Marta Pérez, quien me salvó la vida esa noche de la cornada. Es una gran persona y durante todos los días de mi vida le guardaré gratitud, al igual que a todo su equipo”.

Aunque el diestro manifiesta que el tiempo pasado está olvidado, lo cierto es que el peaje pagado ha sido durísimo hasta poder volver a la actividad, “el tiempo de recuperación ha estado marcado por la dureza, de mucho trabajo, de largas sesiones de rehabilitación, de gimnasio, de toreo de salón… He hecho una intensa preparación para recuperar la masa muscular, además a medida que iba mejorando he acudido al campo a numerosos tentaderos y matado toros a puerta cerrada. Fue también muy importante que esa cornada me llegó en un momento en el que estaba muy fuerte en todos los aspectos y eso me ha ayudado a superar tantas barreras”.

Una vez que el domingo esté archivado y que Manuel sume un nuevo éxito, queda por delante una larga temporada,“claro, prácticamente la totalidad; pero nosotros vamos a ir paso a paso, planteando cada corrida. De momento a ver cómo sale Guijuelo y sobre la marcha vamos viendo, sin prisa. Si todo hubiera sido normal, lo lógico hubiera sido confirmar en San Isidro, pero iremos dando cada paso según la exigencia de mi estado. Cuando me acartele en los grandes compromisos será para ir al cien por cien”.

Lo cierto es que se va a poner el cartel de no hay billetes, desde toda España va a venir gente a verlo; de Cuéllar se ha fletado un autobús; los integrantes de su peña van a estar en su totalidad, al igual que lo han hecho desde que mató su primer becerro; todos los alumnos de la Escuela de Tauromaquia y, como no podía ser de otra manera, para esa ocasión va a estar arropado por dos figuras. Por Morante y Emilio de Justo, dos toreros muy diferentes, el arte y la pureza. Sin duda la tarde promete, “sí y es una motivación enorme torear con dos figuras de esa talla. Un orgullo que hayan compartido conmigo ese cartel tan especial… Pero a la vez hay que competir y si quiero ser torero es para estar en los grandes carteles”.

Además, los toros serán de la ganadería del Niño de la Capea, de quien usted siempre ha mostrado una admiración total y sin reservas “ha estado muy pendiente de mi recuperación, e incluso fue a verme al hospital, al igual que Curro Vázquez y eso es muy halagador. Después hay un detallazo que define quién es esa figura de época y persona sensacional, que es un ejemplo en todo y cada palabra suya una lección. Recuerdo que al mes de salir del hospital me llama por teléfono y me dice que acuda a su finca. Lo hice vestido de calle, si trastos y sin nada; poco después de llegar bajamos a la plaza y al asomarnos a los corrales me señala una becerra y me dice que voy a torearla. Fue la primera vez que toreé; entonces apenas tenía fuerza para poder un capote y resultó una inmensa lección, una más, de un figurón del toreo. Una motivación muy grande al ver que podía torear y sentirme otra vez”.     

Mientras se recuperaba Manuel, todo el toreo ha estado pendiente de él, por lo que aflora su gratitud al mundo del toreo, “en este tiempo el teléfono no ha dejado de sonar, además de mensajes y visitas de compañeros. Nunca imaginé que tanta gente se podía preocupar por mí, dándole ánimos y deseando lo mejor. Los ganaderos después de desearme que me recuperase pronto aprovechaban para invitarme a sus casas. A nadie quiero olvidar y sí darle la gratitud a todos ellos”.

Manuel Diosleguarde protagonizó una fulgurante trayectoria en los escalafones inferiores, en los que destacó y dejo evidencia que estaba llamado a ocupar un sitio de honor en el toreo, “la etapa de novillero fue muy importante. He cortado orejas en Madrid; he toreado 5 tardes en Sevilla, también en Valencia y otras grandes plazas. Estaba claro que a la alternativa había que llegar con ambiente y esa era la forma de tener puerta abiertas para el inmediato futuro. Ese pasado me dejó grandes sensaciones, por ejemplo en Sevilla, tan diferente y con ese olor a toreo que se respira desde la llegada al patio de caballos, junto al silencio y el respeto de la gente la hacen diferente. La pena es que en esa plaza no me embistió ningún novillo, pero la he disfrutado mucho”. 

Sus tiempos de novillero de postín lo condujeron a una alternativa de lujo en Santander, “la verdad que fue un día maravilloso en una feria magnífica, de gran afición. Ese día las cosas rodaron, disfrute mucho al cuajar al segundo toro y al lado de dos figuras de la talla de Talavante y Aguado. Fue un sueño hecho realidad. Sabía que era el paso a otro nuevo escalafón, con mucha más responsabilidad, en el que me iba a encontrar a toreros de enorme clase y calidad, con una competencia muy dura, en el que es tan difícil hacerse con un hueco, pero muy motivado y con la afición intacta para seguir luchando por encontrar un sitio entre las figuras”.

En medio de la paz que se vive en el pequeño pueblo de Diosleguarde, el diestro cuenta el día a día de su vida, “entre semana resido en Salamanca, donde entreno con mi banderillero Elías Martin y el fin de semana me vengo al pueblo, donde encuentro mucha paz y están todos mis amigos. Aquí además nació mi peña, formada por 200 socios –con gente también de pueblos de alrededor y mucha de Ciudad Rodrigo-, a la que estoy tan agradecido. La verdad que te motiva contar con tantos seguidores, un orgullo que la gente te quiera y en ninguna plaza faltan los seguidores de mi tierra apoyándome. Además me han ayudado mucho e incluso el vestido de la alternativa me lo regalaron ellos. A esa gente que hace un esfuerzo para ir a verme torear jamás le puedo fallar”.

Antes de despedirnos buscamos en el pueblo un rincón a modo para hacer una foto, encontrando el mejor lugar en unas letras corpóreas con el nombre del pueblo. Aunque la mañana está muy ventosa y el campo pide agua a gritos es un buen lugar para posar. Después nos despedimos del joven diestro deseándole mucha suerte en su carrera y que gane dinero para una finca, “gracias a ti. ¡Que bonito seria por gracias a tu profesión puedas ganas para lo que sueñas!”.

El torero aprieta la mano contra la nuestra en su despedida y marcha para su casa. Nosotros regresamos siempre bajo la admiración de este joven que hace casi ocho meses, una noche de verano, nos encogió el corazón, mientras su vida pendía de un hijo. Hoy la felicidad lo embarga cuando ha dejado atrás la pesadilla y vuelve de la manera que ha sido su carrera: A lo grande. 

Al finalizar la entrevista, junto al autor.

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

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