Eduardo, el mecánico, cuelga el mono

Eduardo García Matilda, mecánico de leyenda, ya rubrica el epílogo de su vida laboral

Llega un día de nostalgia empeñada en la tristeza para La Fuente de Esteban y también para todo el Campo Charro, desde la villa más prospera, hasta la última finca. Porque este viernes, poco después de que se ponga el sol y llegue el momento cotidiano del cierre, en esta ocasión será completamente diferente al resto. Esta tarde, Eduardo el mecánico, dirá adiós a más de seis décadas de actividad y en ese momento seguro que dejará la mirada perdida, para rebobinar la película de su vida. Y se encontrará con aquel niño de mirada vivaracha que aprendió a apretar tornillos y tensar correas en el taller que tenía el señor Isaac dedicado a la reparación de maquinaría agrícola y hoy mantienen sus descendientes. Y, seguro que dominado por la emoción, surgirá el recuerdo de aquel señor Vidal Olivares, un antiguo ingeniero de aviación que había hecho la Guerra en el Ejército Republicano con el grado de capitán y, al cesar el fuego, tras pasar un tiempo prisionero en campos de concentración, al recuperar la libertad acabaría instalando un taller mecánico en El Cruce. El taller del señor Vidal, un hombretón que era pariente del señor Herminio –el fundador de la autobusera empresa Hermanos Martín- fue uno de los más prestigiosos de la provincia, junto al carisma y personalidad que atesoraba su dueño, quien cuando se quitaba el mono le encantaba disfrutar de la buena vida. Del tinto y de las mejores viandas.

Bajo la atenta mirada del señor Vidal, quien fue su gran maestro y a quien admiró sin reservas, Eduardo se convirtió en un mecánico de categoría y ya para siempre se ganó un nombre de prestigio, incluso más allá de los confines provinciales, porque contaba con fieles clientes que llegaban desde Portugal y de las tierras extremeñas de Las Hurdes o Sierra de Gata. Por eso, en 1968, nada más venir licenciado de la mili abrió su primer taller en una pequeña cochera de la casa del Ventorro, en El Raso, la finca municipal de La Fuente de San Esteban, donde residía, al estar su padre, el señor Heliodoro –que era mutilado de guerra- de guardés, para poner los cimientos de lo que acabaría siendo un importantísimo taller mecánico. El mismo que unos años más tarde, en 1974, ya se trasladaría a su definitiva ubicación en El Cruce, en el que ha permanecido hasta hoy, con varias ampliaciones que fueron llegando y sin que se le resistiera la más pesada maquina, ni el aparatoso tractor, ni el más grande camión. Ahí, Eduardo el mecánico selló su nombre como el de su sobresaliente profesional, cumplidor y siempre con la formalidad como distinción de su empresa. De una empresa que marcó época.

Además desde aquellos lejanos días del Ventorro, Eduardo estuvo acompañado por alguien que va unido a su nombre. Por Tito, natural de Martín de Yeltes, excelente persona que se hizo la persona de confianza del taller de Eduardo para convertirse en otro profesional de bandera que, en la tarde del viernes, también colgará el mono al llegarle la hora de la jubilación.  Y ya será historia el taller de Eduardo, personaje carismático y en ocasiones con cara de pocos amigos, pero de enorme nobleza que supo ser figura en el arte de ser mecánico. 

Desde ahora nace la leyenda de Eduardo el mecánico y su prestigioso taller. Seguro que le va a costar la nueva situación y pese a que ya no vayan clientes a que la arreglen sus vehículos –eso sí, irán muchos de visita-, a buen seguro que él seguirá abriendo cada mañana, más que nada para enredar entreteniéndose en poner a punto alguno de los vehículos históricos que ha ido adquiriendo durante los años y donde hay verdaderas reliquias. 

Son muchas las historias escritas en el particular libro de una vida laboral que estos días rubrica su epílogo. Y el de otro prestigioso negocio que también baja la trapa en el momento que Eduardo el mecánico, junto a su fiel escudero Tito, cuelga el mono en la percha de los sentimientos. 

Eduardo, junto a su inseparable Tito, en una de las últimas reparaciones.

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

26 comentarios en “Eduardo, el mecánico, cuelga el mono

  1. Buena persona y buen profesional, siempre pendiente de su trabajo a cualquier hora.. disfruta tu jubilación que la tienes muy merecida ,salud por muchos años

  2. Gracias Paco, por este relato tan hermoso que has hecho sobre toda una vida de un trabajador incansable, y un excelente profesional como es Eduardo «El Mecánico del Cruce»

  3. Eduardo,que seas muy feliz en tu jubilación. Nos queda el consuelo de tu aventajado discípulo Tito para suplir tu ausencia.Un abrazo de Juliche.

  4. Un buen profesional y una buena persona aquí en Tamames los de mi edad lo conocemos bien en la época del salón de baile lo teníamos de socio suerte en su nueva etapa y un saludo

  5. Bien merecida esa jubilación, a disfrutarla.
    Por cierto, ¿quién era el señor Vidal? Me suena mucho su nombre, me imagino que era amigo de mi padre, Ceferino Turrión.

  6. Eduardo a disfrutar tu jubilación.que yo te conocí muy joven en el ventorro con tu taller. Ahora a disfrutar tu descanso.

  7. Sin duda todo un referente en el sector .. ni que decir como bien define el relator su escudero han sido un tanden de los que permanecerán mucho tiempo en la memoria de tod@s… Eduardo. Tito… bien merecido vuestro descanso . Salud y muchos años de Disfrute.
    Nuestra relación tanto profesional como personal será siempre motivo del recuerdo..
    Un abrazo familia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *