En la Fiesta actual, la de los nuevos tiempos, cada día es más difícil que dos y dos sean cuatro. A pesar de pretender tapar toda la problemática que envuelva a su estructura con el triunfalismo, que es un inmenso error, esta Tauromaquia cada día vive más de espaldas al pueblo, a la verdad, a su grandeza y ya no valen los méritos, que siempre fue uno de sus grandes acicates. Hoy hay que vivir bajo el amparo de un protector y lo demás da todo igual.
Viene al caso de los carteles de las primeras ferias, siempre con el sota, caballo y rey de los mismos nombres, con ausencias vergonzantes y sin casi dar oportunidad a los más jóvenes, porque están los de siempre, los mismos que llevan un montón de años ahí.
Surge este artículo al presenciar las quinielas de la cartelería madrileña, que está a punto de rematarse y es más de los mismo. Aquí que nadie me venga con el cuento de que varias tardes se colocará el ‘no hay billetes’. Claro que los habrá, pero la realidad histórica de San Isidro y por tanto de Las Ventas es otra. En Madrid hay que alternar a las figuras además de otros toreros del antes llamado segundo grupo y, por encima de todos, tener presentes a las triunfadores, quienes es con quien primero debería haber negociado, dado el triste cado de Fernando Adrián, una ausencia que no es otra cosa que el escaparate de la esta Fiesta de los nuevos tiempos, la que ellos se guisan y se comen.
Lo de Fernando Adrián y Madrid no tiene por dónde de cogerlo. Es para llevar al juzgado a ese Simón Casas y Rafael García Garrido, quienes han logrado lo que parecía imposible: dar una dentellada a la seriedad y prestigio de Las Ventas. Limar a grandeza y exigencias que siempre fue la bandera de Madrid al convertir San Isidro en una especie de discoteca vocinglera –por los delirios alcohólicos-, en un tren descarrillado y que pretende encarrillar la marcha. Pero estos dos elementos ya no engañan a nadie, más que a quien mira a otro lado para acercarse a sus morriles.
Y si la ausencia de Fernando Adrián es propia de hacer una manifestación, no dejemos al margen a otros torerazos que quedan fuera del ciclo. Es el caso de Curro Díaz, esencia e intérprete de la finura, de la pureza, ejemplo de ese torero veterano del que bebían las nuevas generaciones y siempre fue necesario para la Fiesta. Curro Díaz, que el pasado año cortó oreja en Madrid y protagonizó varios faenas históricas le pagan con la falsa moneda del olvido. Lo mismo ocurre a Morenito de Aranda, otro torerazo que merece más sitio y junto a él varios nombres jóvenes que, por méritos propios, deberían estar en los carteles del santo labrador.
De Casas ya he dicho muchas veces que es un cáncer de la Fiesta y con las cunetas de sus gestiones llenas de polémicas, de golferías, de palabras incumplidas, de toreros damnificados -y que encima se callan con miedo a denunciarlo para que no lo quite de las plazas-… hasta que llegó a Madrid y ha lastrado más que nadie la grandeza de esa plaza. De la que siempre fue la cátedra del toreo. La que daba y quitaba. En aquella que decía la leyenda de Antoñete que una vuelta al ruedo era el pasaporte para torear una veintena de corridas y una puerta grande te abría las puertas de la gloria. Y lo triste es que la Comunidad sigue aguantando sin atender tanta crispación como han llevado y los abusos que han cometido en una gestión mugrienta.
Y si Casas es mala, que lo es y lo cultiva, no digamos nada de Garrido, quien labora con él, siempre con esa cara de seminarista de vocaciones tardías. Garrido, todo un desconocido que llega a la Fiesta con la fuerza económica de Nautalia y empezó la casa por el tejado, es decir la palabrería barata y olvidándose de los méritos a aquellos que lo merecen, vamos que para entendernos desde ese cinismo tan adueñado de esta sociedad. El tal Garrido es otro siniestro personaje que araña en la grandeza de la Fiesta y culpable de un montón de desaguisados.
No tiene nombre lo que han hecho con Fernando Adrián. Directamente, tras el largo e indigno veto vivido en la ultima época por Hermoso de Mendoza a Ventura, es una de las golferías –sí, golfería- más grandes que hemos conocido en el toreo. Indigno Garrido querer robarle el dinero que se ganó con dos apoteósicas puertas grandes la pasada temporada y tratar de cortarle las alas para volar en los carteles de las figuras. Y si digo robar es por ser lo mismo que intentar contratarlo por una propina, que era lo pretendido por este Garrido, de acciones tantas veces sañudas y socio principal para cargarse la grandeza y el prestigio de Las Ventas. Lo que han hecho con Fernando Adrián es para que los colectivos taurinos que aún siguen en Madrid se manifiesten y se planten en la puerta de Las Ventas exigiendo responsabilidad a Garrido y a su compinche Casas, cuatreros de la Tauromaquia.
Sí, este San Isidro, con un par de excepciones, son exclusivamente carteles de figuras y la gente irá, se beberán más gin tonic que nunca por ese nuevo público amaestrado que va a la plaza en son de discoteca y ellos tan a gusto para haberlos educado para estar al servicio del triunfalismo y el fraude. Pronto nos acordaremos de ese 7 empeñados en matar, en ningunear, en desprestigiar y que hizo posible la seriedad y grandeza de Las Ventas. Y ojo, que el 7 también ha tenido fallos y en ocasiones ha confundido los caminos, pero nada que ver con este Casas y Garrido, quienes han logrado lo que parecía imposible: dar una dentellada a la seriedad y prestigio de Las Ventas. Porque dejar fuera de San Isidro a Fernando Adrián es un atraco a manos armada.
Muy bien dicho amigo Paco. Un abrazo. Ppr.
Como siempre, Paco Cañamero da en la diana , donde deberíamos colocar -de manera figurada, claro está- los rostros de los citados en el artículo, que han tomado al asalto la plaza de Las Ventas, con la complicidad de los políticos y gestores lamentables de la Comunidad de.Madrid.
Que bien describes como gran periodista que eres la situación actual para los toreros en San Isidro.Me ha gustado lo de la cara de seminarista de Garrido,llevas mucha razón .Y que triste y grave lo de Fernando Adrián.pero que no aparezcan acartelados Curro Díaz y Morenito de Aranda que son dos grandísimos toreros al menos yo no lo entiendo.y la comunidad con el mono de Abella. Que pinta en todo esto.En fine causa pena la situación actual taurina.
Si señor!!! Mejor no se le puede definir a este individuo «vende humos». No es admisible lo que ha hecho con Fdo. Adrián y Curro Díaz. El enemigo lo tenemos dentro y es el virus del «despacho» y lo peor es que por el momento no hay antídoto que le fulmine
Enhorabuena, eres de los pocos periodistas que saben de que va esto y además tienes dos pelotas para contar la verdad que otros también saben y callan por miedo, te admiro Paco