
No soy quien para quitar ningún laurel a Manuel Escribano tras la gesta con los Victorinos de la Feria de Sevilla. Sencillamente estuvo con una firmeza, entrega, apasionado y unas ganas enormes; además de esa capacidad siempre de salir a darlo de todo. De hecho, en numerosas ocasiones he denunciado el maltrato al que ha sido sometido por las empresas este valiente del pueblo de Gerena. De robarle un sitio que se lo regalan a otros. De ningunearlo cuando se la juega de verdad. Porque Escribano, que además es un gran torero, es uno de los héroes de esta Fiesta. Al igual que en otras épocas ha habido diestros de inmensa valentía. Y siempre seré un firme defensor de Escribano, quien además es una grandísima persona, porque sus verdaderos enemigos son los de este sistema que lo ha ninguneado robándole categoría, por tanto dinero y esplendor que es suyo.
Sin embargo en la éxtasis del sábado hay un par de detalles que se deben corregir para que no vuelvan a ocurrir y ahí, además, la prensa, también debd decirlo y exigir a quien es torero que haga defensa de los valores de este arte y de su grandeza. Porque nadie debe salir vestido a esa plaza a matar un toro, aunque se venga de la enfermería, como lo hizo Manuel Escribano. Por ejemplo, su taleguilla no quedó echa trapos para salir con ese esperpéntico vaquero, adecuado para ir a la playa, pero nunca a una plaza de toros. Perfectamente podría haberla sacado -y que nadie me venga ahora con la presión sobre la herida-. También fue innecesario desprenderse de la chaquetilla, en otra moda actual que tanto lastra. La chaquetilla es sagrada y forma parte de una liturgia que se debe respetar, sobre todas las cosas y hasta épocas recientes, donde estamos haciendo una Fiesta light, era casi imposible que algún torero se la quitase. Ah, y las mangas de la camisa remangadas. ¡Señor!
Recuerdo a aquel Dámaso Gómez, que fue un torero grandioso a quien llamaban El León de Chamberí y al que la historia no ha hecho justicia. Pues bien en 1981, el día de San Mateo, se despidió en Salamanca, su tierra de adopción, con una seria corrida del Conde de la Corte. A Dámaso el primer toro le dio un paliza fracturándole cuatro costillas. Nada más matar su toro, Dámaso Gómez fue a la enfermería y enseguida se comprobó el estado de la lesión, por lo que el doctor Montero se negó a que saliese por el grave problema que podría poner en peligro su vida de sufrir un golpe ahí, pero el viejo torero dijo que lo infiltrasen que iba a matar su último toro. Y en contra de todos salió. Y lo hizo vestido de torero, sin aliviarse quitándose la chaquetilla para dictar su última lección. Esa misma tarde, Espartaco deslumbró con su éxito al toro Albahaca que dio nuevos aires a su carrera y Juan José dejó el sello de su aroma con una gran faena. Lo importante es que Dámaso, además de ser un señor torero, salió vestido de tal, sabiendo que el respeto a la liturgia del toreo es sagrada.
Y no ha sido el primero; de hecho hemos visto muchos toreros salir de la enfermería con cornada graves, ahí recuerdo no hace muchos años a López Simón en Madrid. Y otros que con grandes cornadas han permanecido en la plaza hasta matar a su toro, desde Diego Puerta, Manili, El Niño de la Taurina, Miguel Ángel Perera, El Juli, Ginés Marín… Y es que lo de Escribano fue muy importante, pero no podemos permitir que nos los vendan como único.
De igual moda que el énfasis en decir esto solamente lo pueden ver en los toros, en los referente a alguien que vuelve a la enfermería a la arena. Pues tampoco. Los aficionados futboleros, por ejemplo, recordarán que don Santiago Bernabéu instauró unas Laureadas para dar a los futbolistas que habían jugado partidos al límite. Concedió dos una a Pirri y otra a Benito. La de Pirri por estar lastimado de una clavícula y jugar un encuentro con un brazo en cabestrillo y la de Benito por partirse el tabique nasal nada más comenzar y aguantar hasta el final. También la leyenda de Beckembauer jugó una final con un brazo escayolado, porque el día anterior se había partido el radio. Y estas son cosas que recuerdo, sin necesidad de consultar.
Y una cosa, la Fiesta es muy grande, pero no pueden escribir entre líneas, ni con medias verdades, todo por esa búsqueda del triunfalismo que se ha impuesto desde la pandemia, sin saber que el triunfalismo es el peor de los caminos. Porque Escribano es un torerazo y siempre hemos dicho que ha merecido más que tiene, pero hay que exigirle como tal y la liturgia jamás se debe perder. Ser torero es lo más grande y como tal hay que defenderlo.

Aquí ya no se respeta nada ni liturgia ni forma de describir el toreo ahora se le llama épica y lírica antes se hablaba de cojones y torería pero bueno ni un ápice demérito a lo de ayer de Manuel y al público cero por lo de roca rey di roca veto a Duarte Duarte beto antes a mingo López chaves o no tenemos memoria historica
No sé respeta nada. Pero leyendo las crónicas y oyendo los comentarios se ve que algunos no interesan. Zabala de la Serna que David de Miranda debutaba en Sevilla cuando había triunfado en 2019. Y hoy han hablado del éxito de Perera, Luque Escribano pero nadie se acuerda de David de Miranda. Está claro que sólo interesan algunos. Qué injusto es el toreo