Te fuiste, querido Manuel Jorge Manecas, este miércoles de finales de verano y ya galopas en las praderas de la eternidad. Cuando los campos, agostados de tantos calores, se han cubierto de quitameriendas y ese relente que se adueña de cada tarde era una bendición después de semanas infernales. Te has ido en silencio, sin que nadie sospechásemos este inesperado final, abrazado a esa vitalidad que ha sido la bandera de tu vida. Porque en cualquier camino que nos cruzábamos alzabas tus brazos de gigante para regalar un abrazo, con tu perenne sonrisa y esa generosidad de la que hacías gala. Después siempre te venía bien improvisar una comida o una cena y te olvidabas del reloj si estabas a gusto hablando de toros, de campo, de caballos… Por eso tenías tantos amigos y cuando llegabas a cualquier lugar, la gente enseguida te hacía corro. Eras además, una especie de cónsul ambulante de Portugal en España y también en Francia. Aquí, en Salamanca, que siempre decías que era tu casa, hace tiempo que simbólicamente ostentabas esa distinción. No había más que verte entrar en esos días de ferias en el Plus Ultra, en el Valencia, antes en el Gran Hotel o en el Monterrey–donde tantos años te hospedaste en estas fechas- y salir tantos amigos a tu encuentro.
Te hiciste querer más allá de que fueras un rejoneador que toreó durante tantos años abriendo cartel en muchas corridas de toros. Y aunque no alcanzases tu meta de ser figura, si lo fuiste como persona y te ganaste a todos, porque en el mundo del caballo pocos te igualaban y ganaste más dinero que si hubieras sido una figura en las plazas. Los grandescabaleiros de tu tierra –Ribeiro Telles Summer da Andrade, Samuel Lupi…- siempre te dieron sitio de honor en su mesa, al igual que los españoles. Ahí está el caso de Ángel Peralta, quien junto a su hermano Rafael te insistió para que te pusieras al cargo de sus cuadras y tú, que tenías tu finca, tus caballos y ganados en tu querido pueblo arraiano de Nave de Haver, desististe, pero como eras un hombre cabal le pusiste en suerte a tu paisano Joâo Ventura, cuando ya su carrera había tocado techo para que se fuera a La Puebla del Río y allí, a las órdenes de esa gran familia que ha honrado al caballo y al toro, pudiera vivir como un señorito y ver también como su hijo Diego vengaba la mala suerte de su padre para hacerse una máxima figura. O con Pablo Hermoso de Mendoza, del que siempre fuiste tan amigo e incluso, poca gente sabe esto, lo convenciste para que se hiciera con un caballo feote, de escaso estilo y que nadie había mirado en la feria de Golegá, porque decías que tenía plaza y valor. Pocos después aquel caballo, con el nombre de Cagancho, se convirtió en una leyenda.
Eras muy fiel a tus amigos y también muy sentimental. A quien querías lo querías de verdad y ya para siempre. Por eso me sentí un privilegiado y ahora, entre tantos recuerdos me viene a la memoria esa mañana que me llamaste para decir que había fallecido Ángel Peralta y le escribiese algo bonito, porque el Centauro de la Puebla lo tenías en un pedestal. O también otra noche en Lisboa donde al acabar la corrida en Campo Pequeno, junto al gran Amadeo dos Anjos, nos invitaste a cenar y después nos dieron las primeras claras en una casa de fados y allí todo el mundo te reverenciaba. Porque tenías rumbo y sabías vivir la vida después de hacer un buen trato. De hecho era un primor escuchar contar alguna vez que fuiste a torear a Francia y, si llegaba algún valiente, le vendías los caballos, la ropa de torear y como eras tan lince en los negocios el camión también entraba en el trato. Entonces, con el bolso lleno de francos y, como sabías vivir a cuerpo de rey, regresabas en taxi y aquí en pocos días ya tenías operativa otra cuadra con todos los trebejos para seguir toreando. Y seguir despertando la admiración de público.
Aquello me lo contaste un domingo gordo de Carnaval de los últimos años del pasado siglo, en tu querido Ciudad Rodrigo. Ese día con tu inseparable Amadeo dos Anjos, tu amigo Alfonso Navalón y varios allegados más de Portugal disfrutamos de una jornada para enmarcar tras una comida en el Conde Rodrigo. Poco después, en el revista Farpas, el gran Miguel Alvarenga escribió un reportaje de varias páginas para rememorar aquella especie de cumbre taurina hispano lusa en el mejor escenario posible: El Carnaval del Toro.
Apena muchos tu adiós y hoy también es un día de luto para la Salamanca torera de la que eras uno más. A esa Salamanca a la llegaste siendo un chiquillo, en aquellos primeros años de la década de los 50 y empezaste a torear por las plazas de esta provincia, sin que quedase un pueblo sin aplaudirte; mientras te abrías camino hasta que un buen día la leyenda de don Pedro Balañá Espinós (aconsejado por el viejo Teodoro Matilla) te abrió las puertas de sus plazas y durante varios años fueras habitual en La Monumental, Las Arenas, Palma…sumando infinidad de paseíllos y teniendo durante largas temporadas tus caballos en Barcelona, en una vieja lecharía situada al lado de la actual playa de La Barceloneta. Allí te supiste ganar un respeto y el cariño de los toreros. Desde la época de Luis Miguel y Ordóñez, a la posterior de Camino, El Viti…, la de Paquirri, más tarde la de Manzanares, El Niño de la Capea, junto a ese Julio Robles que fue una de tus debilidades. Aún te recuerdo llorando a lágrima viva, abrazado a tu querido Amadeo dos Anjos, a la puerta del pequeño camposanto de Ahigal de los Aceiteros nada más que Julio recibió tierra, en una escena repetida al lado con José María Manzanares y Raúl Aranda.
Siempre dispuesto a echar una mano a un amigo. O estar a su lado, porque nada más comentarte que estaba escribiendo Romance de Valentía, con la trágica muerte de Antonio del Castillo me comentaste muchos pormenores de esa tragedia y el día 28 de octubre ibas a estar en la presentación de Salamanca.
Y ahora que ya galopas por las praderas de la eternidad queda tu recuerdo. El de Manecas, el rejoneador arraiano,que fue institución en el mundo del toro y en Salamanca fue uno más.
Que pena “Manecas” gran persona! DEP
Gran rejoneador y gran persona. Me encantaba hablar de caballos con el. Gran amigo de mi padre.
Así se llamaba un caballo de Paco Gil que montaba Robles y al que daba picadero Felipe El Rubio.
El nombre de la familia Martinez Pedrés, siento el haber leído esta noticia por el cariño tan grande que se le tenía. Era un gran rejoneador y un gran señor. Mi más sentido pésame a su familia.D.E.P.
Mi más sentido pésame por la perdida de un magnífico caballero rejoneador y de un gran Señor. D.E.P.
No lo conocia personalmente, pero si por leer mucho de el, y porque en el libro de rejoneo que saldrá en breve figura indicando el cariño y afecto que Ciudad Rodrigo sentia por este caballero conocido como Maneca. Que dios le tenga en su gloria. DEP si te dejan
Precioso el artículo. .. Como siempre Paco Cañamero
Lo recuerdo una tarde en la Feria de Belmonte junto a Hnos.Peralta y Samuel Lupi. D.E.P
Al Maestro Manuel Jorge Manecas la primera vez que le vi torear fue con el Maestro Ángel Peralta en San Agustín de Guadalix tenía yo 8 años y luego hizo tratos con mi abuelo de caballos. Gran profesional de toreo a caballo y de caballos sabía mucho. DEP.
Una gran persona y, un gran profesional. D.E.P.
Un abrazo fuerte, para su familia.
Un auténtico caballero (nunca mejor dicho). Un gentleman portugués. DEP
Una pena, era amigo mío. Bonitas palabras, Paco. DEP
Lo vi torear en Peñaranda y en Salamanca. Después lo he tratado y era muy agradable.
Manecas una gran persona,y su mujer tinita y sus hijas luisiña y susanita que nos conocimos muy pequeñitas.veniais por mi casa como familia,mi papa os queria mucho.soy la hija de Rafael Borrego.mi mas sentido pesame.