¡Que no lo estropeen!

Magnífico natural del Mene, el pasado viernes en Villaseca de La Sagra.

El triunfo del Mene (que así se anuncia el novillero zaragozano Íker Fernández), en Villaseca de la Sagra se ha convertido en uno de los grandes acontecimientos del final de temporada. Su éxito frente aCañamón, el excelente novillo de Montealto que le toco en suerte, es de los que se hablará durante mucho tiempo, porque hacía ya años que un novillero no se reivindicaba de una manera tan contundente. Sin dejar a nadie indiferente, poniendo a todos de acuerdo y alimentando la esperanza de que podemos estar ante un prometedor torero. 

El Mene ha sido para la gran mayoría un desconocido, aunque para el aficionado charro que lo vio durante sus años de formación en la Escuela de Tauromaquia no ha sido ninguna sorpresa, porque mientras se cocía a fuego lento dejó faenas memorables en cosas de la provincia, una de ellas incluso en la plaza de La Glorieta. Sin embargo con la reciente eclosión de otros nombres lanzados por el sistema, El Mene quedó literalmente oscurecido y lejos de la pomada. Pero ni él ni se entorno (brillantísima la labor de su apoderado, Andrés Sánchez, al aportar su sabiduría y experiencia) se arrugaron sabedores que tenían la moneda y en cuando hubiera oportunidad se enseñaría. Y así ocurrió el viernes. Algo esperado para quien conoce y ha visto torear.

Contundente éxito del Mene, que ha puesto boca abajo el escalafón de los novilleros.

Ahora queda mucho camino por recorrer y es justo aconsejar que no se repitan otra vez esos manidos ejemplos de cuando un chaval da un zambombazo salirse todos de sus casillas. Y volverse locos para ver cuál dice el mayor elogio, algo que se repetido en numerosas ocasiones dando al traste con magníficos e ilusionantes proyectos. Tampoco, por favor, ahora con el calor de un éxito que ha supuesto una conmoción le hagan una peña, de esas que llegan con los vientos a favor del triunfo y desaparecen cuando comienza a apagarse la luz del brillo. Las peñas, que solo ensalzan y dan jabón, ha sido causa de ruina para muchos toreros al buscar en ellas el burladero de protección que ala hora de la verdad no le sirve para nada. 

Y también, por favor, que dejen de compararlo, como a tantos otros, con Julio Robles, como hicieron el otro día los comentaristas del canal televisivo, porque el concepto de este chico, estático y también clásico poco tiene que ver con el del desaparecido maestro de Salamanca. Robles, que siempre hizo gala del clasicismo, fue un maestro en toda la extensión y es normal que se fijen en él, pero las comparaciones son odiosas. El Mene está mucho en la línea amanoletada, en la de José Tomás, aunque guarda muchos detalles de la sobriedad de la escuela castellana; y, a diferencia del resto, tiene una gran espada.

El Mene, ahora mismo, es la sensación gracias a su impactante faena a un gran novillo del Montecillo y ya se sabe que los toros buenos son los que descubren a los toreros, tanto para bien como para mal. Un golpe de autoridad de los que pone a todos de acuerdo y devuelve la esperanza al tener toreros de su exquisitez en el escalafón de los novilleros, en el que por sorpresa para la mayoría, se ha convertido en la verdadera sensación. En todo un acontecimiento con su estilo estático.

Ahora ha disfrutar de él y por favor ¡que no lo estropeen! ¡Ni le hagan peñas! Que, con su estilo estático y clásico, junto a su contundente espada, podemos estar ante una de las más firmes promesas del inmediato futuro.

Fotos: J. L. Cárdenas (de X)

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

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