Romance de Valentía llega el sábado a Madrid. El 28 de octubre, en el inicio de la Feria de Otoño se pondrá de largo en su primera presentación oficial. Será a las 12.30 horas en el Aula Bienvenida y contará con la intervención de Paco Aguado, el prestigioso periodista que es autor del prólogo. También intervendrá el afamado actor José Antonio Sayagués
Al acto, que será libre y podrán asistir cuantos aficionados lo deseen, han confirmado su asistencia numerosas personalidades vinculadas al mundo del toro y de la vida social, además de reconocidos aficionados de la capital.
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———————————————-SINOPSIS DE LA OBRA————————————-
Romance de Valentía está enriquecida con un magnífico prólogo Paco Aguado, el maestro de la crítica taurina Paco Aguado y con preciosos dibujos del aficionado abulense Paco Garcinuño. Escrita en formato de novela narra la muerte del novillero Antonio del Castillo en la localidad Masueco de la Ribera en agosto de 1952. Fue un tragedia de las muchas habituales entonces en los festejos menores, con la nula asistencia médica y los escasos recursos de esos días aún con tantas dificultades y huérfanos aún de Manolete.
Antonio del Castillo, natural de Alcalá de Guadaíra e instalado en Salamanca desde unos años antes, había caído muy en la capital del Tormes y era habitual su presencia en los festejos de esa tierra, siempre arropado por su fiel cuadrilla formada por Gerardo Pavesio, Valentín Cano Jerte y en ocasiones Dionisio Rodríguez Toreri, además del señor Primitivo Lafuente, quien siempre lo llamaba en los festejos que organizaba y otra serie de personajes de la Salamanca de esa época, tales como Rovira, Evaristo Elorza o Primitivo García Encinas.
Ya superados los 25 años soñaba con tener una oportunidad que le diese alas a su carrera y aprovecharla, como le ocurrió unos años antes a su paisano Manolo González, que era su ídolo y en quien convergía toda la admiración que podía guardar a un toreo. Porque él mismo también se veía en Manolo González y lo tenía presente en cada conversación.
Siendo un niño, Antonio del Castillo queda impresionado al observar a la torería sevillana con su presencia el entierro de Morenito de Alcalá, el torero de su pueblo, a quien también admirada con sus andares lentos camino del Casino. Aquella manifestación de duelo hace que quiera ser como aquellos hombres y, desde ese momento, ya solamente lo sueños mandan en su vida. Poco más tarde entrena en el campo de fútbol de Camas y Salomón Vargas le enseña l magia del lance a la verónica. Junto a él acuden otros toreros, entre ellos Rafaelillo de Camas (padre de Paco Camino) que es buen amigo suyo, despertándose cada mañana en busca de una oportunidad, hasta que encuentra a Gerardo Pavesio, un banderillero charro con quien hace amistad y lo lleva a Salamanca, en la que pronto es uno más, porque su simpatía también le abre muchas puertas.
Desde entonces, en la mayoría de los pueblos de esa provincia, aplauden su buen hacer, hasta el punto de apoderarlo Mateo Campos en la temporada de 1952 con la idea de preparar para la temporada de siguiente la presentación en la madrileña Vista Alegre, ya con vistas al lanzamiento nacional.
Ese mismo año de la tragedia, unos meses antes, viaja a Martín de Yeltes para visitar a la familia Jumillano, junto a su peón Gerardo Pavesio. En esa ocasión el señor Isidro, padre de Emilio, aprovecha para regalarle un vestido de torear que será el que lleve puesto el día de la tragedia.
Corneado de máxima gravedad en Masueco y mientras es trasladado a Salamanca en un taxi, fallece unos kilómetros antes de llegar a Vitigudino, siendo en esta villa donde se certifica su defunción y es velado esa noche en el depósito municipal, haciéndose cargo los socios del Club Jumillano de todos los gastos. Ante la imposibilidad de llevarlo a su pueblo natal es enterrado en Vitigudino, desplazándose toda la Salamanca taurina a las honras, además de la mayoría de los vecinos. La iglesia se llena y en exterior permanecen decenas de personas, entre ellos varios grupos de niños conmocionados por la tragedia. Uno de esos niños es Santiago Martín, a quien le llaman la atención los detalles de la gente del toro y observa en ellos tanta grandeza como solidaridad hacía el compañero caído. Santiago ve despertar ahí mucho sentimientos y, unos años más tarde, con el nombre de Santiago Martín El Viti será una primera figura del toreo.
La novela es un retazo de la época y está ambientada en Alcalá de Guadaíra, Madrid, Fresno de la Ribera (Zamora), junto a las localidades salmantinas de Martín del Yeltes, Ciudad Rodrigo, Villavieja de Yeltes, La Fuentes de San Esteban, Vitigudino, Masueco de la Ribera y Aldeadávila de la Ribera, desfilando muchísimos personajes reales por las páginas de la obra.