
Vivimos tiempos de zozobra. De ver cómo la particular barca taurina trata de salvarse en este particular tsunami que la asola. Ahí, en medio de un sistema casposo dormita la actual Tauromaquia, donde tres empresas (Matilla, Casas-Garrido y Ramón Valencia) se reparten prácticamente todo el pastel, manteniendo como reclamo de las ferias a toreros amortizados hace años, cerrando el paso a las novedades –a Borja Jiménez y Fernando Adrián, con repetidas salida en hombros de Madrid se las han visto y deseado para entrar en las ferias. Con esas mimbres quieren salvar impulsando el triunfalismo y la indultitis, mientras los aficionados desertan ante la falta de emoción, que debe ser la base de una corrida. Todo se produce en una total falta de unión de los distintos sectores implicados en el toreo. Sin que nadie alce la voz ante tantos desmanes y falta de seriedad, donde la reciente feria de Zaragoza ha sido la guinda de un año de despropósitos, el mismo en el que los ganaderos, que deberían ser los auténticos protagonistas, han continuado siendo los grandes perdedores.
¿Cómo es posible que la Feria de San Isidro se presente el primer día de febrero? ¿Qué ilusión tienen los toreros modestos anunciados en Castellón, Valencia, Sevilla… en caso de triunfar? E incluso de Valdemorillo, donde en el anterior formato de esta feria serrana quien destacaba tenía un puesto en Las Ventas. Y ojo, este es un solo un ejemplo de lo mal gestionado que está el toreo, de un sistema horroroso, donde además la mayoría de las otras empresas menores notosen para no molestar a las tres del monopolio, plegándose siempre a ellas y sin ocurrírsele rematar una feria sin contar con los toreros del sistema, a pesar de que todos son conscientes que gente como Manzanares o El Fandi, por ejemplo, ya no tienen atractivo alguno, ni para el público ni para el aficionado.
Ahí en medio, tras la suspensión de actividades de One Toro (arruinada en parte por una mala gestión de sus capitalistas y pensar más en las empresas buitres del sistema casposo que arruinan la Fiesta que en sembrar para el futuro) y una realidad inmediata complicada, llegan nuevas curvas a las que agarrarse. Muchas de ellas lava del volcán que trae la actual situación política por estas nuevas izquierdas que han cambiado de chaqueta para cargar sus escopetas sobre una Fiesta que antes fue tan cercana a ellos. De hecho, el PCE nunca renegó del dinero que le enviaban en tiempos de la clandestinidad a través de los toreros Pepe y Domingo Dominguín. Ni al ser legalizado el de aquellos festivales organizados para que sus arcas tuvieran fondos, donde en un par de ocasiones toreó Antoñete con José Luis Parada y al final del festejo sacaron en hombros a un pletórico Santiago Carrillo. Nada que ver tampoco con aquellos grandes taurinos del PSOE social demócrata que eran aficionados y presumían de ello. De hecho, el sagaz José Luis Lozano, siempre dijo que sus mejores años al frente de la gestión de Las Ventas fueron con los socialistas en el poder. O hasta el PSOE del exilio con el ejemplo de Indalecio Prieto, que no perdía corrida en La México y horas antes gustaba ir al hotel para saludar a los espadas españoles.
Hoy nada que ver con este PSOE con la hoja de ruta cambiada que apoya las tendencias contrarias a la Tauromaquia, que atenta contra ella y le clava puñaladas para que sangre. Lo hace una u otra vez, como ha ocurrido los últimos años, justo desde que Rodríguez Zapatero se alzó al poder –aunque crease el Premio Nacional de Tauromaquia ahora eliminado-. Desde entonces los palos se suceden, agravados en los últimos tiempos, con la guinda del pastel que llegó desde el nombramiento como ministro de Cultura de un antitaurino declarado. De Ernest Urtasun, verdugo de la Fiesta en Cataluña donde fue lugarteniente del argentino Leonardo Anselmi.
Urtasun odia las costumbres y tradiciones de una España que pisotea, como ha hecho en innumerables ocasiones atentando contra su cultura. No olvidemos que este personaje destila odio como se reflejó en la reciente entrega del Premio Nacional de Tauromaquia al tratar de humillar a la pamplonesa Casa de Misericordia y a Julián López El Juli, en presencia de otros premiados de diferentes disciplinas, de autoridades y del propio Rey Felipe VI. Pero Urtasun, con sus aires prepotentes y de dictadorzuelo bolivariano, se encontró delante de él al Juli, a un tío íntegro y de verdad. A quien se viste por los pies y con toda elegancia y educación fue capaz de decir al ministro las verdades y sentir de un pueblo ante un personaje deleznable y maleducado. Y es que ya esta bien de ser pisoteados por este enemigo de la cultura que odia a España y aplaude a los etarras. Vale ya de tantos despropósitos y más aún con la infamia de poner al frente Cultura a quien odia el arte y se tuvo que tragar su chulería ante el señorío de Julián López El Juli, todo un señor, que supo recoger el sentimiento de un tradición y representarla, en ese momento, mejor que nadie.