Cuando Jimmy Carter visitó Campo Cerrado

La familia de Jimmy Carter, posa con la de Salustiano Galache tras ser recibida por esta en Campo Cerrado.

En el final del 2024 decía adiós Jimmy Carter, aquel presidente de Estados Unidos, rubio y de cara risueña, que únicamente cumplió un mandato en la Casa Blanca y años más tarde, en 2002, gracias a su brillantísimo hacer, alcanzó el Nobel de la Paz, a la par que su prestigio crecía en todo el mundo. Carter, que siempre llevó a gala un vida discreta y hogareña, alejada de los focos, dejó un inmenso legado a la humanidad, siempre en busca de una concordia entre los pueblos que defendió hasta su reciente final, cuando ha fallecido ya centenario. 

Fue presidente de enero de 1977 a enero de 1981, cuando fue barrido en las urnas por el viejo actor Ronald Reagan. Desde entonces se recluyó en sus posesiones de Georgia, aunque su prestigio nunca dejó de crecer, manteniendo viva una enorme afición a la agricultura, siendo propietario de una explotación de cacahuetes, además de tener interés por la ganadería.

Esa pasión por la ganadería le llevó a viajar por todo el mundo para conocer diferentes razas, siendo Salamanca uno de esos destinos para satisfacer la curiosidad que albergaba alrededor del toro de lidia. Fue en octubre de 1998, cuando Jimmy Carter, acompañado por su familia pisó las calles de Salamanca. Era la tarde del día 5 y, tras instalarse todo el séquito en el Parador de Turismo, disfrutó de la monumentalidad quedándose asombrada de la maravillosa ciudad para acabar la jornada tomando un café en el Novelty, siempre tratando de mantener el anonimato hasta el punto de sugerir que ninguna autoridad lo recibiese, ni se le diese distinción alguna.

Al día siguiente, el 6, que era martes, a media mañana viajó al Campo Charro para acudir hasta Campo Cerrado, concretamente a la finca de don Salustiano Galache, ubicada en el término municipal de Martín de Yeltes. Su interés era conocer al toro bravo en su hábitat y para ello fue invitado a esta reconocida ganadería, en la que alrededor de las 11 de la mañana fue recibido a las puertas de la casa solariega por don Salustiano Galache, su esposa doña Teresa Calderón, junto a sus hijos Paco y Manuel, quienes a continuación le explicaron detalladamente a un atento Jimmy Carter el proceso de la cría y selección del toro bravo, antes de desplazarse por los distintos prados de la explotación en los que pastaban los novillos, los toros o las madres de la ganadería. Se interesó también por el mundo taurino y conoció detalles de Manolete, quien fue el torero de la casa y estuvo tan vinculado a los hermanos Galache, después observar con detenimiento una gran foto que preside el salón donde fue agasajado.

Tras unas horas en las que fue disfrutó con la familia Galache, quedando agradecido el magnífico trato recibido, además de alabar la exquisitez de sus productos ibéricos, el ex presidente de Estados Unidos regresó a Salamanca, no sin antes detenerse unos minutos en el restaurante El Cruce, de La Fuente de San Esteban, para tomar un café sentado, junto a su esposa, su hijo y su nuera, en una mesa cercana a la chimenea tras haber observado las fotos taurinas que decoraban ese simbólico establecimiento del Campo Charro, el mismo que ya también forma parte del recuerdo.

Ahora que Jimmy Carter, aquel presidente rubio y de cara risueña, ha vuelto a ser noticia por su adiós a la vida vaya este recuerdo de aquel día de otoño de 1998 cuando visitó Campo Cerrado invitado por don Salustiano Galache y familia, para quedar cautivado de la cría del toro bravo y del trato recibido.

Jimmy Carter, en 2002, cuando fue distinguido con el Premio Nobel de La Paz.

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

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