Francisco Alegre, la personalidad de un torero nuevo

Los escasos rayos que surgen de estos tiempos tan confusos, también dejan atisbar ciertas esperanzas taurinas. Las principales son la hornada de novilleros sin picadores que estos últimos meses han dado tantas alegrías y donde un malagueño, El Moli de Ronda,  se aúpa como líder, hasta ahora, de esta generación.

Salamanca no queda al margen y de esta tierra también ha llegado una enorme sorpresa. Se trata de un mozo ya talludo –aunque tierno toreramente-, pero con personalidad y un arrebato delante la cara del toro que lo hace diferente. Se llama Francisco Alegre y aún está muy poco toreado, pero su personalidad, estoicismo y la verticalidad en su interpretación a nadie ha dejado diferente. De él cuentan maravillas gente de la reputación de Gonzalo Santonja o Domingo Delgado de la Cámara, a quienes cautivó en la novillada presenciada hace unos días en Herrera de Pisuerga.

De momento la noticia es una tremenda alegría. Y la que anima a seguir a este Francisco Alegre, un chaval diferente, afortunadamente con poco técnica (ya se sabe que la técnica mata la inspiración) y unas tremendas ganas de destacar. El chico es hijo de Paco Campos ‘El Lobo’, aquel personaje de novela que fue matador de toros y a nadie dejó inadvertido. Aquel Lobo de la leyenda y la luna ahora observa con felicidad a su hijo Francisco, que de momento ha causado impacto por su personalidad y ese estilo vertical. Porque el nuevo Francisco Alegre, a quien los toros jamás le van a pedir el DNI tiene la frescura y el sabor de los toreros que se hacen por su cuenta.

Y una sugerencia: Si lo ven anunciado, no se lo pierdan.

 

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

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