Salíamos de la misa del Jueves de Corpus y mientras la Minerva, desde lo más alto de la espadaña, volteaba alegremente en la jornada más celebrada de La Fuente de San Esteban, el de su fiesta grande, una noticia sumió en la tristeza a todos: Zoco acaba de morir. Aunque desde hace varios días era esperada, lo cierto es que hasta que se confirma nadie acaba de creérsela y todos nos aferrábamos al milagro de la salvación. Desgraciadamente se confirmó y la desolación se adueñó de su larga familia, al igual que de tantos amigos que disfrutaron siempre de su bonhomía. De su señorío y de la inmensa categoría que supo ganarse allá donde estuvo. Porque Andrés García Corral, el gran Zoco, era un caballero. A quien tanto le gustó presumir de su querido pueblo, de La Fuente de San Esteban, del que era una raíz más. Al que siempre venía, aquí tenía el centro de todos sus caminos y ahora estaba tan ilusionado con la vivienda que había construido sobre la vieja casona labriega de sus padres.
Andrés, que llevaba más de 40 años en Madrid –fue trabajador de banca- y sentía tan cercana la capital del Reino, de hecho era un apasionado seguidor del Real Madrid y en Las Ventas fiel a la grada del 3, de la que tantos años fue abonado, se sentía feliz al encontrarse con algún paisano y irse con él de vinos. Y a su lado, su gente de La Fuente, con Juan Luis el cabo siempre a su vera, también otros de Villavieja, Martín de Yeltes, Ciudad Rodrigo… quienes formaban una cuadrilla dedicada a charrear por el foro. Y ahí él, siempre Andrés Zoco, era una especie de cicerone, porque a nadie dejaba indiferente. A este Andrés, a quien empezaron a dirigirse a él desde que era un chaval y jugaba al fútbol con tanta elegancia que los entendidos empezaron a decir: ¡Juegas como Zoco!, ¡te pareces a Zoco! Y con enorme orgullo ya desde siempre fue Zoco y, además, ahí tuvo otra identidad más con su querido Real Madrid. Con ese equipo que lo hizo tan feliz y ya soñaba con la llegada del sábado de la celebración de la 15 Champions que espera poder disfrutar, sabedor él mismo que ya no le quedaría más que aplaudir porque un cáncer roía sus entrañas. O en estos días de la Feria de San Isidro, ni al resto de la temporada taurina madrileña, donde nunca faltó y siempre apoyaba a todos los toreros de Salamanca. Aunque también es verdad que desde el fallecimiento de su primo, el maestro Juan José, que era otro hermano para él, a Zoco le faltaba un enorme vacío que no conseguía llenar. Y era dichoso con su hijo y ese nieto que lo colmaba, siendo el mayor orgullo de su vida.
Por eso, este Jueves de Corpus, día grande de la fiesta de La Fuente, vaya este brindis a quien fue tan gran amigo. A un caballero y hombre de bien que ha dejado a todos sus paisanos sumidos en el dolor. Y a su querido Avelino Chuzo, que hoy ha sentido como se iba su mejor amigo y esta mañana la vivió con tanta emoción cuando no dejaba de recibir el abrazo de tantos paisanos.
Hasta siempre, querido Andrés. Hasta siempre, querido Zoco. ¡Fuiste un tío elegante y nos miraremos siempre en tu ejemplo!
Amigo Andrés, al ver esa triste noticia de tu fallecimiento he quedado con un dolor en mi pecho, y un profundo sentimiento de angustia, a pesar de solo vernos por las vacaciones, siempre recordare los buenos momentos que pasamos en Madrid, por los años setenta, cuando estaba tu primo Juan Jose en plena gloria del toreo, siempre te recordare, nuestro mas sentido pesame a toda su familia.
D.E.P. Andrés (Zoco) mi más sentido pésame a su familia
Querido Andrés, descansa en paz. Cuando te conocí hace 54 años y me honraste con tu amistad tú ilusión era ser piloto. Que tengas un feliz vuelo al cielo…