La tropelía contra el Campo Charro por parte de la mafiosa y dañina Berkeley tiene los días contados. Los tiene si esta sociedad abre los ojos de verdad y se une para echar el freno ante tamaña barbaridad. Con la unión del pueblo –de todos los colores políticos- llegará la victoria, que es la única realidad y la que temen los políticos, más ahora que se empiezan a avecinar tiempos de elecciones. No olvidemos que Berkeley tiene el dinero –sucio si, pero compran voluntades- y el resto tenemos la dignidad en este particular pulso entre el bien y el mal. Y sí, su dinero, que es sucio, maloliente y vomitivo, lo utilizan para comprar voluntades y crear un falso paraíso de prosperidad ante los ojos que desconocen la realidad e ignoran que esa multinacional mafiosa no trae más que daño, ruina y muerte. Porque además de destrozar el paisaje decenas de estudios objetivos y no intoxicados al interés de Berkeley ponen sobre el tapete todas las maldades que nos vendrán encima si ganan la batalla y abren esa mina asesina que será el patíbulo de nuestra tierra.
Berkeley es lo peor que ha ocurrido al Campo Charro desde la invasión francesa, hace ya más de dos siglos. Los gabachos saquearon los tesoros y valores, violaron a las mujeres, asesinaron a quien les plantó cara e incendiaron montes, iglesias, archivos… Hasta que llegó un vaquero valiente de Muñoz llamado Julián Sánchez y pasó a los libros de historia con el nombre de El Charro echándose al monte junto a otro aguerrido grupo para defender el orgullo de esta tierra y salvarla de sus garras en ese campo de batalla que fue el Campo Charro hasta hacer doblar al mismo Napoleón, el más poderoso y victorioso de los generales, quien se vio rendido ante un grupo de paisanos capitaneados por Julián Sánchez para escribir la página más orgullosa de nuestra historia. Por cierto, aquí la historia se repite de nuevo, porque entonces también hubo un grupo de traidores de la patria, los denominados ‘afrancesados’ quienes pensaban que bailando al agua de Napoleón les llenaría las manos de monedas de oro, títulos y beneplácitos, sin embargo al final murieron en la miseria y con el deshonor. Es el mismo caso de quien ahora tiende las manos en la rebatiña de Berkeley.
Hoy ese espíritu de don Julián debe revivir para echar de una santa vez a esa mafia con mayúsculas que ha llegado comprando voluntades para destrozar uno de los más bellos parajes de la Península Ibérica. Para dejarla sembrada de muerte y desolación con el beneplácito de gente, poca pero ruidosa, que actúa con pensar más que en sus bolsillos.
Frenemos a esta mafia. ¡Echémosla de nuestra tierra! Demostremos ese espíritu charro con la sangre de nobleza que corre por las venas de tanta gente de bien. Apartemos a quien han puesto la mano para recibir ese dinero tan venenoso. Y no faltemos el domingo a la gran manifestación de Salamanca para decir salvar al Campo Charro al grito de ¡Berkeley, fuera del aquí!
Alli estaremos
Berkeley ha hecho mucHo daño a la zona fuera ya
Es vergonzoso que en el siglo 21 tengamos gobernantes tan irresponsables es para correr.