Javier Carpio, un olvido injusto

Javier Carpio, el elegante lateral derecho del Cádiz se ha convertido en el jugador en activo que más partido ha disputado en Segunda División. Otro año, mientras fue titular, donde ha dejado la impronta de su veteranía y capacidad para tirar del conjunto gaditano en la siempre difícil categoría de plata. Una categoría donde el salmantino luce los simbólicos galones del respeto tras defender varias escuadras. Histórico de la Segunda, Carpio ha estado siempre apuntando arriba para lograr la admiración de los rivales. Jugador de entrega y que suda la camiseta hasta el último segundo es unánime el reconocimiento que se gana allá donde está que ha contribuido a ser un ídolo en el Campo Charro y en su pueblo natal de La Fuente de San Esteban. Allí es una referencia, un ejemplo para los chavales y un lugar al que acude en sus épocas de vacaciones o cuando las obligaciones de la competición se lo permiten. Y regresa para estar con su familia y amigos donde es un más en el escenario de esas calles en las que empezó a patear un balón, mucho antes de soñar con ser futbolista.

Sin embargo con su bagaje y la admiración que siembra, a Javier Carpio, le falta un reconocimiento oficial después de tantos años -particular recibió uno emotivo y realizado por sus amigos hace dos años-. Por eso razón los responsables de las instituciones deben poner punto y final a este incompresible olvido. Porque la realidad no es otra más que Carpio merece lo que ha sabido ganar, siempre aireando la bandera de su pueblo, del que tan orgulloso se ha sentido. Por eso ha llegado el momento de reconocer de manera pública lo que se ha ganado Carpio para cerrar este olvido inmerecido.  ¿Qué debe hacer para ser reconocido oficialmente en su pueblo?

—Aquí os dejo el perfil que escribí sobre Carpio en ‘Latidos del fútbol charro’.—

Javier Carpio en el momento de escribir esta obra –verano de 2016- ha vivido la vibrante experiencia de alcanzar la Primera División con el Deportivo Alavés, aunque en pleno verano y mientras el mundo del fútbol está más pendientes de la Eurocopa se le comunica que no continúa en el equipo de Vitoria en 2016/17. Tras lograr la meta se olvidan de quien tanto luchó hasta convertirse en un símbolo del equipo en el escaparate de esa temporada tan exitosa. Dejan de lado y no reconocen al lateral derecho Carpio, quien con el ‘2’ a la espalda fue un icono de la afición por su entrega y constancia una vez que la directiva acordase no renovar al técnico José Bordalás, quien dirigió al equipo y siempre apostó por el defensa charro en la mayoría de los equipos que entrenó. Semana más tarde ficha por el Cádiz, que acaba de recuperar la Segunda División y aspira reencontrarse con la máxima categoría, equipo que ha confiado en él para alcanzar esos logros.

Carpio, que nació en Salamanca el seis de abril de 1984 pronto empezó a destacar en el fútbol dentro de una familia muy apasionada de su ese deporte. Su padre, Julián Carpio Garrido, brilló en los torneos de verano que celebraban los pueblos del Campo Charro por las pasadas décadas de los 70 y 80 hasta el punto de estar en el ojo del Ciudad Rodrigo y del Salmantino, pero finalmente no se consumó el paso. Quien si lo dio y estuvo muy cerca de alcanzar la élite fue Roberto Carpio, el hermano mayor de Javier, que fue una perla del filial del Valencia, aunque finalmente su estrella se apaga en diferentes equipos de esa zona -Villareal, Castellón, Yeclano…- hasta que un día deja el fútbol profesional para labrarse un futuro por lo que se hace Policía Nacional, tras aprobar la oposición.

Los primeros clubes en los que se encuadra Javier Carpio son los de Ciudad Rodrigo, a los que llega desde La Fuente de San Esteban, su localidad de residencia en la época de colegial. Primero es la Agrupación Deportiva Miróbriga y más tarde el Ciudad Rodrigo, en los que luce sus condiciones, marcadas todas ellas por la entrega. Por esa razón su hace no pasa inadvertido para los técnicos del Salamanca, quienes se fijan en él y lo fichan para las categorías inferiores de la UDS, curtiéndose en Salmantino –el denominado Salamanca ‘B’- en el que juega junto a chavales que integran una ilusionante generación del fútbol local y está formada, entre otros, por Jorge Alonso, Koeman, Piojo, el meta Montero… Sin embargo a pesar de entrenar con el primer equipo no logra dar el salto, aunque Felipe Miñambres –entonces entrenador de la Unión Deportiva Salamanca- lo convoca en alguna ocasión, pero sin llegar el deseado debut en el conjunto de su tierra, que sería la gran ilusión de siempre.

Ante las pocas oportunidades que se le presentan decide abandonar Salamanca camino de Vitoria para jugar en el filial del Alavés, que se encuentra en Segunda ‘B’ y en la que es titular indiscutible a lo largo de esa campaña de 2005/06. Sin embargo el conjunto vasco desciende de categoría, por lo que el joven lateral derecho de La Fuente de San Esteban hace las maletas de nuevo. Cambia el norte por el Mediterráneo para iniciar una aventura en el Mazarrón, en el que permanece otro año y de ahí es fichado por el Pinatar, para la temporada 2007/08, en la que brilla y se convierte en una de las estrellas del combinado, lo que le posibilita que el curso venidero defienda la camiseta del Alcoyano, en la superior categoría de de 2 ‘B’, en el que encuentra al entrenador José Bordalás –quien ha sido tan determinante en su carrera-. En Alcoy vive un esplendoroso año y medio que no pasa inadvertido por los clubes de superior categoría. Prueba de ello es que el siete de enero de 2010, el Elche llama a su puertas y se confirma el fichaje de Javier Carpio para la temporada 2010/11, en lo que es otro premio a su entrega. Otra salto más en su meta de jugar en las grandes competiciones nacionales.

Durante dos campañas juega en ese Elche, en el que su paisano Vavá fue protagonista de la mejor época y en el que recibe tantos aplausos de la afición que acude cada domingo al Martínez Valero. En esa categoría de plata el lateral derecho charro se asienta y gracias a su pundonor y potencia física se hace con un hueco indiscutible, aunque la segunda temporada con la llegada del técnico Javier Flañolo está varios meses al banquillo, hasta que vuelve a recuperar la titularidad y a surgir por sus fueros.

De Elche encamina sus pasos a Ponferrada para jugar en el 2012/13 en la Ponferradina, de Segunda División, denominada en esos días ‘Liga Adelante’. De nuevo, ahí se convierte en una referencia durante los tres cursos que permanece, dejando su esencia y cualidades deportivas en la capital del Bierzo, en la que es un ídolo. De allí, un buen día, concretamente el primero de julio de 2015 confirma su vuelta a Vitoria para enfundarse la camiseta del Alavés, al que llega gracias de nuevo al entrenador Bordalás, de quien tanto ha aprendido en sus anteriores pasos por el Alcoyano y el Elche. Es el gran año del Alavés, que se sitúa al frente de la tabla desde las primeras jornadas para alcanzar la Primera División varios partidos antes de finalizar la competición. Alcanzada la gesta la fiesta del ascenso se vive con intensidad y Carpio es uno de los jugadores más aclamados, porque su veteranía fue fundamental para alcanzar tal logro. Aunque luego, la sinrazón y la desconsideración se hizo presente con su persona en una directiva sin escrúpulos que no premió a quien hizo tanto.

Ahora, en la tacita de plata tendrá la oportunidad de reverdecer laureles.

 

 

 

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

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