La manifestación de Valencia ya está en marcha y aunque se observen detalles que no encajen –la intempestiva hora junto al mangoneo de Simón Casas con el programado concurso matinal de recortes- hay que apoyarla y sacar las conclusiones positivas, al igual que todo lo que sume para el esplendor de la Fiesta. Siempre para tratar de quitar el óxido con la que ha sido castigada la Tauromaquia por la moderna política unido a las malas gestiones del sistema empresarial que actúa más pendiente de su estómago que de dar luz al espectáculo.
Debe quedar claro que la Fiesta no puede dar la actual imagen de inseguridad a ojos de la sociedad y de semejar un barco a la deriva en la mares de las dudas con la proliferación de estas manifestaciones que se ponen de moda, algo ocurrido el pasado año en Castellón y Valladolid. Y es que el gran problema de los taurinos ha sido la desunión reinante en todos sus ámbitos –excepto el colectivo de banderilleros y picadores– al olvidarse de remar juntos para poner a la Tauromaquia a flote de tanta problemática como la envuelve.
Se ha permanecido demasiado tiempo con los brazos cruzados y nadie ha movido un dedo cuando llegaban azotes por popa y por proa; a babor y a estribor. De todos los colores y ámbitos. Se perdió Barcelona y salvó un par de reacciones, hechas tarde y mal, no se protestó de la manera que se debía ante el grave atropello a la libertad; ni tampoco con Palma o La Coruña; o incluso con San Sebastián, aunque más tarde en esta capital al perder la alcaldía los proetarras de Bildu volvieron los toros.
Está claro que hay que mostrar la cultura y tradición al enemigo bajo la bandera de la unión y del enorme impacto que supone el toreo en la historia de España. De lo que ha significado y significa con sus cifras de empleo o el enorme movimiento económico como segundo espectáculo de masas del país, pero también su impresionante legado cultural del que han bebido todas las artes. Y en este punto incidir, una vez más, que siempre se han dejado pisar y robar el protagonismo natural que corresponde al toreo. Sin ir más lejos en el cine se entregan unos premios llamados ‘Goya’ y lo normal es que los taurinos hubiesen llevado esa distinción, por el hecho que don Francisco de Goya mojó sus pinceles en la inspiración taurina y en su época no existía el cine. Pero la Tauromaquia, históricamente, se deja pisar por los de fuera por culpa casi siempre de quien la mangoneado. ¡Y ahora cualquiera le tose a los cine! 
¿Y cuál es la solución para dar el definitivo golpe en la mesa y hacerse sentir? Algo tan elemental como una manifestación de verdad y bien hecha, con todos los cabos bien atados. Que sea el orgullo del toreo y de los aficionados para que nos las trincheras de enfrente cesen sus tiroteos y los partidos enemigos de España que quieren erradicar se den cuenta que ese árbol es frondoso y no lo van a podar con la facilidad que creen.
La gran manifestación taurina debe celebrarse en Madrid el día 15 de mayo, festividad de San Isidro y domingo en esta ocasión, que es una fecha identificada en el corazón del mundo del toro gracias a la Feria de Madrid, la más importante del mundo, la que da y quita. Ese es el momento de dar el golpe de timón que se necesita y Madrid debe ser más taurina que nunca ese día para que, entre parejas de chulapos que van a la pradera del Santo, el centro de la capital albergue la manifestación cultural jamás conocida. Con miles y miles de personas llegadas de toda España. Con todos los profesionales y aficionados mostrando el orgullo de esta Fiesta que nos identifica.
Allí deben estar los grandes maestros que siguen despertando añoranza –Curro Romero, El Viti, Camino, Andrés Vázquez, Julio Aparicio Martínez, el viejo Litri, Paula, Capea, Domínguez, Teruel, Rincón, Curro Vázquez…–, junto a nombres ilustres de la actual torería –José Tomás, Juan Mora, Ponce, El Juli, Perera, Talavante, Urdiales…–, los ganaderos –Victorino, los Fraile, los Domecq, los Miura, los de las figuras, los de segunda línea, los de las duras y los de ‘segunda’…–. La Cultura al completo sin faltar Vargas Llosa, Sabina, Joan Manuel Serrat, Miquel Barcelo, Imanol Arias, Antonio Banderas, Bertín Osborne, Díaz Yanes, Echanove…–. También el mundo del periodismo con Carlos Herrera, Jiménez de los Santos, José Ramón de la Morena, Relaño, Carles Francino…, del no taurino y del taurino que deben volcarse en sus tribunas para apoyar al toreo en las horas que más lo necesita. Y también la gente del deporte con significada pasión por la Fiesta como Enrique Cerezo, Camacho, Del Bosque, Carlos Sainz, Induráin, Santana, Romay, Pirri… y también, claro está, todos los políticos normales (absténgase los corruptos, oportunistas y figurantes) buscando el compromiso de socialistas de distinguida afición como han sido José Bono, Múgica, Juan Antonio Arévalo, Miguel Cid, Alfonso Guerra, Corcuera…–, porque el PSOE siempre ha sido un partido taurino, aunque los memos que lo mangonean en la actualidad ignoren esa evidencia, sin dejar al margen a los demás colores con gentes de reconocida pasión taurina, que las hay a montones.
Esa gran manifestación es posible y con tiempo suficiente para llevarla adelante en el significativo mediodía festivo de San Isidro para que toda Europa y el mundo sepa qué es la Tauromaquia y lo que aporta. Desde ya debería tomar impulso esta idea y prender la mecha, porque es el momento de trabajar, de buscar la unión, de motivar a las peñas para fletar autobuses y paralizar Madrid bajo la bandera del orgullo taurino que siempre distinguió a esa capital para que la Fiesta recupere el brillo que nunca debió perder.