Al pisar la finca Mozarvitos, después de tantos años, uno recuerda infinidad de vivencias discurridas en esa casa ganadera, símbolo del esplendor perdido del Campo Charro. De aquellos albaydas que tantas alegrías llevaron a los aficionados y un montón de triunfos a las carreras de los toreros. Ahora, el paso del tiempo ha ajado su recuerdo y, en Mozarvitos, la nostalgia se vive en cada rincón, al contemplar los restos de un ayer glorioso. Por eso, cada zancada, se hace con el respeto y la reverencia que se le guarda a una ganadería que atesoró una grandeza que ha quedado escrita en las páginas sepias de su historia.
Añejos tiempos de rumbo y esplendor en la Salamanca ganadera. La edad de oro del toro charro, cuando embestían hasta los moruchos –dixit Antoñete- y era todo un acontecimiento circular por la carretera de Ciudad Rodrigo para poder contemplar los toros de algunas de las más postinera vacadas, sucediéndose una tras otra.
Una de ellas, la del Marqués de Albayda, que pastaba en Mozarvitos, finca situada al lado de Aldehuela de la Bóveda y donde aún llama la atención la imponente casa palacio levantada sobre un teso, más a la izquierda la plaza de tientas y sobre el fondo un teso dominado por un inmenso encinar con magníficos pastos. Allí, actualmente, pastan varios cientos de cabezas de ganado de carne y mezclada entre ellas la única vaca de casta que quedó en la finca tras la desaparición de la ganadería y que es un símbolo de la casa, el último resquicio de una época gloriosa. Se trata de Naranjita, herrada con el número 500, del guarismo de 1997 y tentada por Julián Guerra en la Navidad de 1998, dando un juego superior. Después, al año siguiente, el nombre del Marqués de Albayda se colgó por última vez de un cartel en la novillada celebrada en Tordesillas, el once de septiembre del 2000, con César de Madrid, Iván Romero y Julio Pedro Saavedra de protagonistas a pié.
A partir de ese momento comenzó la salida del ganado en Mozarvitos, completándose la operación en 2006, al darse carpetazo final y Naranjita ya fue el último recuerdo. Dieciocho años más tarde, Lorenzo Román, el mayoral y actual encargado de la explotación ganadera, tuvo la feliz idea de retentarla y para ello mando avisar a Alberto Escudero, entonces novillero que gozaba de buen ambiente, quien disfrutó tentándola al comprobar que embestía, al igual que la primera vez, de manera superior. Lo mismo ocurrió en el caballo, donde tomó cuatro varas, a cargo de Javier Román, jovencísimo picador hijo de Lorenzo, que se abre camino entre los del castoreño.
Durante muchos años los albaydas no faltaban en las ferias y, con la llegada del invierno, la actividad campera en Mozarvitos era incesante. Previa a los años veinte de la pasada centuria era fija la presencia de Manolo Granero –torero de la casa, del que se conservan numerosos recuerdos-, Manuel Jiménez ‘Chicuelo’, Juan Luis de la Rosa, los hermanos Amorós… Más tarde la frecuentan Marcial Lalanda, Domingo Ortega, Antonio Márquez… y, ya después de la Guerra Civil, la familia Bienvenida llena varias décadas de amistad con don Antonio Pérez de Herrasti, el viejo marqués que era tan aficionado, siendo habituales en esa finca durante los inviernos. De hecho, en la última reaparición de Antonio Bienvenida en el comienzo de los pasados setenta, junto Luis Miguel Dominguín, pasó una quincena preparándose en Mozarvitos, la misma finca donde los toreros de Salamanca siempre tuvieron su sitio, caso de Victoriano Posada, Jumillano, El Viti, El Niño de la Capea, Julio Robles –que en su preciosa plaza con callejón- mató muchos toros a puerta cerrada en los comienzos de una nueva temporada, Víctor Manuel Martín, Juan José…, junto a otros más.
Durante gran parte de la época de don Antonio, el viejo aristócrata ganadero, tuvo de persona de confianza a un mayoral de ley y miembro de una familia de conocidos hombres de campo natural de Martín del Río. Se trata de Amador Rivas, quien dejo impronta de su conocimientos y allí se desbravaron sus dos hijos –Ángel y Juan Luis- antes de ser excepcionales picadores y brillar en muchas de las mejores cuadrillas. Un día el señor Amador se jubiló y llegó Lorenzo Román –natural de Retortillo que ejercía ese mismo cargo en La Cardenilla-, quien lo ha sido todo en esa casa, donde hasta la tocó ser el enterrador de la vacada tras la parición familiar. Entonces estaba al timón don Alfonso Pérez de Herrasti, quien se hizo cargo de la gestión tras la muerte de don Antonio, quien al igual que el padre fue un excelente ganadero y aficionado, labores que completaba con otras importantes ocupaciones, entre ellas la de presidente de Caja Rural de Salamanca.
Monumento a Mancheguito y libro de la ganadería con las anotaciones referentes al toro.
Volver a pisar sobre la añoranza de Mozarvitos es abrazarse al recuerdo de Mancheguito, que se alzó triunfador en la corrida concurso celebrada en Salamanca el día de San Mateo de 1930 y, para rememorar su grandeza, don Antonio mandó que lo inmortalizaran en bronce y desde entonces se guarda el legado de su grandeza entre las encinas con su esbeltez e inmensa belleza. Aquella lejana tarde Mancheguito disputó tal honor con toros de Terrones, Juan Encinas, Nemesio Villarroel, Victoriano Angoso y Coquilla, quedando por más de ¡seis mil votos! por encima del segundo, porque era el propio público quien elegía al triunfador. Mancheguito, herrado con el número 84 y parido en 1926 escribió una página gloriosa del Campo Charro, en tiempos de máximo esplendor y cuando los ganaderos hacían las cosas con tanto rumbo. Hoy, junto a Naranjita, son dos dos recuerdos de un ayer nostálgico, cuando estos albaydas nunca faltaban en las ferias de postín, llevando tantas alegrías a los aficionados y dejar un montón de triunfos en las carreras de los toreros.
‘Naranjita’, el último símbolo de la ganadería del Marqués de Albayda
Esto es cátedra que hermosa lección de periodismo de categoría con el campo charro de testigo al ver los nombres te llenas de nostalgia y sentimientos que no volveran Paco como decia UNAMUNO ZORIONAK FELICIDADES BUEN AMIGO
Preciosa historia. No conocía tantos detalles y qué bien lo explicas en este delicioso artículo. Gracias, Cañamero.
Fabuloso articulo. Una vez más te doy la enhorabuena.
Paco, a finales de los sesenta en Mozarvitos se hacia una especia de bolsín y nos apuntamos en Salamanca en un almacén de aceite que tenía el marqués. Las vacas era de retienta y en una prueba casi me desnuda y una de las chicas de servicio de la casa se ofreció a coser el pantalón, cosa que agradecí. Buenos recuerdos. Un saludo.
Muy bonito. Aunque triste.
Precioso, ojalá un milagro devuelva el esplendor al campo charro. Enhorabuena crack
Precioso
Muy bonito el reportaje, Paco. Mancheguito y Naranjuta. Dos reliquias
Como escribe usted!!! Un saludo. Maestro!
PACO.. Qué bonito articulo..Recordar..Mozarvitos. Un abrazo PACO
Muy bueno, como todo lo que escribes. Un abrazo amigo
Que articulo más bonito
gracias por todo lo que contais soi de cerca y muy aficionado
Muy interesante. Un abrazo.
Eres un fenómeno, muy bien redactada la nostalgia, muchas gracias. Salud para seguir escribiendo así de bien. Un saludo.
Bonota, bonita nostalgia… ay los albaydas.
Paco, enhorabuena, un gran artículo de los albaydas.
Yo tuve la suerte de acudir a Mozarvitos, cómo empleado de la Caja Rural, en algunas capeas y meriendas a las que nos invitaba D. Alfonso Pérez de Herrasti cuando era presidente de Caja Rural cuando estábamos en la calle el Arco. Yo siempre toreaba al alimón con la hija del mayoral,preciosa y muy buena persona
Yo fui muchos veranos a Mozarvitos donde mi tío Amador era el capataz y mi primo Juan Luis trabajaba ayudando a su padre en las labores en la finca. Recuerdo aquellos momentos con nostalgia, ya que allí pasé grandes momentos.
Precioso
Yo como hijo y nieto del ganadero me siento muy orgulloso de este artículo.
Y mi recuerdo a Amador y Angelita, que fueron unos Padre para todos los que formábamos la familia de Mozarvitos.
Y no quiero olvidarme de sus hijos Juan Luis y Ángel que tanto nos enseñaron.
Y en esta última etapa Agradecer a Lorenzo su cariño y dedicación
Un abrazo a toda la afición y familia Charra
Alfonso Pérez de Herrasti Pellón