Una vuelta rápida para leer las las noticias taurinas de los últimos días carga los depósitos de la indignación y te apea de la normalidad con la que pretendes vivir el fin de semana. Pero ante tamaño despropósito, con visos de escándalo, no puedo menos que encender el ordenador y escribir esta crónica de urgencia, dados los gravísimos tintes que guarda. Y es que, pásmense, a don Julián López, anunciado en los carteles como El Juli, lo acaban de premiar en Salamanca un grupo de redentores del toreo. Pero no un premio a su carrera, a su constancia, a una faena… No, primero porque este año en Salamanca estuvo fatal.
Resulta que este grupo de ‘satélites’ en su afán figurante no hace más que destruir y el caso es que lo distinguen, agárrense que vienen curvas, como protagonista de la mejor estocada del ciclo. Cuando El Juli en la tarde que toreó en Salamanca –la misma de la gravísima cornada de Perera- mató como él sabe y hace siempre, o lo que es igual prostituyendo el toreo, saliendo de la suerte y dando un brinco. Y eso, en esta tierra, de sabia de tradición, bandera del toro bravo y cuna de grandiosas figuras, los mencionados figurantes del premio han hecho un daño tremendo. Un daño que enraizará al no ser consecuente ya la gente con la realidad del toreo. Una realidad que va pareja a lo que dicta el ‘sistema’, es decir triunfar a toda costa y lo demás no importa.
El que lleva parejo la pérdida de la figura del aficionado. Porque si hubiera aficionados de verdad no existirían tropelías de este calibre que tanto ayudar a mermar un poco más a la debilitada Fiesta. Una Fiesta en la que ya no vale la verdad y mucho más con gente como los de esta peña charra que han delirado a la hora de premiar. Porque más que el galardón a la estocada podría ser el de los delirios, a tenor de los visto. Aunque otra cosa es que, a lo mejor, el jurado a la hora de votar se le fuera la mano con el vino e hiciera una broma en medio de su presunto estado de embriaguez y ahí se justifica. Pero si lo hicieron estando en cabales entonces está clara su embriaguez mental en la que han hecho el que más espantoso de los ridículos.
Porque si se concede un galardón y nadie reúne los requisitos se deja desierto y ya está, que eso siempre la da categoría a un certamen. Pero jamás se otorga a quien lo hace prostituyendo la suerte por la que es galardonado. Como hace El Juli a la hora de matar.
Y es que gente como la que votó este galardón hace un daño grandísimo al toreo. En definitiva un ridículo con letras mayúsculas que tanto ayuda para seguir cavando la fosa de la Fiesta.