La locura de unas minas

Quienes somos charros y nos identificamos con los valores de nuestra tierra no podemos consentir la tropelía que se avecina con las minas de uranio que, de forma inmediata, pretenden comenzar a explotar en tierras de Villavieja de Yeltes y Retortillo. Unas minas que destrozarán uno de los rincones más hermosos de la provincia sin que nadie ponga un poco de cordura en la locura que se ha desatado al aprovechar la situación de grave crisis del país con el ofrecimiento de unas decenas de puestos de trabajo, olvidándose que será peor el remedio que la enfermedad.

Hoy las gentes hablan de lo que está fuera de toda razón, como son esas minas de uranio. Sin embargo falta realidad y empuje colectivo. De momento está el movimiento ‘Stop Uranio’, que ha sido creada para frenar el abuso de esas minas, pero se ha encontrado con infinidad de problemas burocráticos e institucionales para frenar la tropelía. Como que se conociera la bella comarca que van a destrozar para abrir unos profundos boquetes a cielo abierto. Además de la terrible contaminación que llegará con los productos tan tóxicos utilizados para limpiar el mineral.

Es hora de decir pueblo a pueblo y casa por casa que esa explotación minera será pan para hoy hambre para muchos años, además de la desolación de ver destrozado uno de los rincones más hermosos de la charrería. Si nadie lo arregla y se forma un colectivo social que frene lo que es atropello de futuro.

Porque entre otras burrada la empresa concesionaria ha pedido un importante caudal de agua del Yeltes para las labores mineras, de tal forma que ese río que marca e identifica a parte de la más pura provincia charra quedara para siempre envenenado. ¡Ese es el futuro que dejarán a las generaciones!

Pero además destrozarán un rincón paradisiaco como es el de Los Molinos, cercano al balneario de Retortillo, en el que además hay un pequeño puente de origen romano que es un tesoro en un lugar presidido por la belleza. Lo destrozarán porque la empresa que lo va a explotar no tiene sentimientos y solo busca su enriquecimiento rápido, ni las gentes de la zona saben valorar sus tesoros.

Mientras cada día está más cercana esa realidad, la empresa trabaja con la orden de convencer a los lugareños que llegará el maná. Cuando es mentira. El maná de esa zona es el turismo rural en la dehesa. El maná de esa zona es la reapertura del Tren del Duero (eso sí que es una mina). El maná de esa zona es fomentar más la ganadería. Todo eso mucho más que la tropelía de la mina asesina del Uranio.

Por eso hay que frenar la tropelía, que aún hay tiempo.

 

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Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

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