¡Tu eres un torero, Castaño!

Rompió en paseíllo de la ‘miurada’ y toda la plaza se puso en pie para ovacionar a Javier Castaño que venía de darle una estocada sin puntilla al marrajo que se le cruzó en el camino. Fue un instante pleno de emoción y gratitud, con sus compañeros y cuadrillas haciéndole corro, a un torerazo que, con la dignidad del silencio, sobrellevó el duro revés de su camino. Solamente con la compañía de Chus, sin perder la dulzura porque sabía que era la mejor terapia y de la pequeña Sabela, a la que miraba su sonrisa, que era la mejor medicina para salir adelante.       

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De blanco y oro, Javier Castaño volvió a demostrar lo torerazo que es en un lote tan distinto y variado. Su primero lo brindó al doctor Luis Carrasco, en unas palabras llenas de luz y vida, que afloraron las lágrimas en este galeno que tiene unas manos de oro y un corazón gigante. A partir de ahí, Javier toreó con suavidad y gusto en una faena medida, con trazos elegantes e incluso hasta gustándose después de dominar ese toro que parecía un tren. Pichó antes de una gran estocada y la mala suerte que en los Miura que cierran la feria, en la plaza había otro público tan distinto al de la tarde anterior. Un público que en ese instante recordó que Javier era castellano para mostrar la cicatería histórica con los toreros del norte de Despeñaperros y no premiarlo con una oreja que iba a ser la de más peso del ciclo.

Pero ahí quedó Javier y su capacidad, su capacidad para poder al Miura e interpretar una elegante faena de este torero que viene para quedarse y seguir creciendo. Porque lo mejor de Javier está por llegar. Y por llegar estaba el quinto que falló el tópico de estos casos para ser el Miura de su leyenda, con dificultad, pegajoso y sin dejarlo estar; entonces ahí de nuevo Javier supo sacar la carta de lidiador para poderle  con naturalidad, sin tratar de vender lástimas o penas, como debe ser y siempre hecho un tío. Un tío que asombra y que es un torerazo que ha vuelto tras dejar sin puntilla al marrajo que le cruzó en el camino para escribir, a partir de ahora, las mejores páginas de su libro torero.

Acerca de Paco Cañamero

En tres décadas juntando letras llevo recorrido mucho camino, pero barrunto que lo mejor está por venir. En El Adelanto me enseñaron el oficio; en Tribuna de Salamanca lo puse en práctica y me dejaron opinar y hasta mandar, pero esto último no me gustaba. En ese tiempo aprendí todo lo bueno que sé de esta profesión y todo lo malo. He entrevistado a cientos y cientos de personajes de la más variopinta condición. En ABC escribí obituarios y me asomé a la ventana de El País, además de escribir en otros medios -en Aplausos casi dos décadas- y disertar en conferencias por toda España y Francia. Pendiente siempre de la actualidad, me gustan los toros y el fútbol, enamorado del ferrocarril para un viaje sugerente y sugestivo, y una buena tertulia si puede ser regada con un tinto de Toro. Soy enemigo del ego y de los trepas. Llevo escrito veintisiete libros -dos aún sin publicar- y también he plantado árboles. De momento disfruto lo que puedo y me busco la vida en una profesión inmersa en época de cambios y azotada por los intereses y las nuevas tecnologías. Aunque esa es otra historia.

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