La vida también te regala sorpresas agradable cuando haces un trabajo con ilusión –que dicho sea de paso es obligado para todo aquel que desarrolla su actividad-. Cuando has dejado un montón de horas de trabajo, has hurgado en hemerotecas y hablado con numerosa gente para hllevar a las librerías una obra, en este caso ‘Tauromaquias de Castilla’, es un inmenso privilegio. Más aún al ver cómo cada mañana te llegan correos y llamadas de diferentes puntos del orbe taurino para solicitar el el envío de ejemplares, sin olvidar a colectivos que invitan para presentarlo en sus sedes o la facilidad que con la que se agotó la primera edición. Pero, sobre el resto, la mayor felicidad que existe es ver cómo llaman los protagonistas que salen en sus páginas para mostrar la gratitud, siempre con las formas humildes que les hicieron ser tan grandes toreros. Eso no tiene precio y ha sido la mayor alegría proporcionada por esta obra. Por una obra que deja el brillantísimo legado torero del siglo XX de nuestra Comunidad plasmado a través de sus grandes protagonistas.
Y es que ha sido un honor escribir un libro para dejar el vivo recuerdo de la grandeza de esta Castilla que tanta importancia ha tenido en la Tauromaquia y el mismo que ahora ya alcanza la II edición. Gracias.