La figura del maestro Julio Robles volvió a aglutinar alrededor de su recuerdo a decenas de personas que, cada año, por estas fechas de su óbito se acercan a los exteriores de La Glorieta para homenajearlo al lado de la preciosa escultura de Salvador Amaya.
Con mayor asistencia que nunca, Santiago Martín ‘El Viti’, Juan Mari García, El Rubio, Adolfo Lafuente, El Legionario, Flores Blázquez, Rubén de Dios, Jorge Manrique, Juan Diego, Rui Bento, Juan del Álamo, Álvaro de la Calle, Miguel Ángel Sánchez o Alejandro Marcos… formaban grupos con aficionados y familiares que se acercaron para asistir a ese acto anual. Presidido por el alcalde de Salamanca, Alfonso Fernández Mañueco, quien en esta ocasión desplazó la fecha al domingo -¡y acertó de lleno!-, lejos del sábado habitual, también estuvo presente diferentes cargos electos de las instituciones salmantinas.
Roblistas de siempre y que continúan con la llama de la pasión encendida por el grandioso torero nacido en Fontiveros y criado en La Fuente de San Esteban saludaban a Victoriano Valencia, apoderado de Julio Robles en sus años más florecientes y personaje muy cercano a él hasta su últimos suspiro. Victoriano llegó desde Madrid y habló con todo el mundo, muchos de ellos viejos conocidos de esta tierra en la que se hizo torero al alimón con los estudios de Derecho en nuestro viejo Estudio. O también admiradores de Julio con quienes rememoraba hechos y andanzas del maestro. E incluso gente fiel a Julio entre los que destacan los picadores El Rubio y El Legionario.
La ocasión lo requería y fue el propio Victoriano Valencia acompañado del alcalde quien depositó a los pies del monumento una corona de flores antes de posar junto a los hermanos de Julio Robles y de Santiago Martín ‘El Viti’.
Fue algo bonito, con la sencillez característica y bajos los sones toreros de la banda municipal, pero sobre todo de recuerdo a un torero dentro de un acto que ya se ha convertido en la apertura del telón de una nueva temporada.
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Al hilo del acontecimiento hay otro punto que conviene refrescar. Se trata que ese precioso bronce que honra eternamente la figura de Julio Robles guarda una larga historia, porque no todo ha sido una senda tan fácil como ahora parece. Quien me conoce sabe que odio los protagonismos, la foto, la guerra de las vanidades y los saraos. Pero eso tampoco justifica que haya gente que intente atropellar al prójimo para sacar pecho de algo que no es suyo y ponerse medallas, que es un deporte muy de esta tierra.
Ahora que tanto personal se apunta al carro de lo positivo, pocos recuerdan que inicialmente la escultura de Julio Robles estaba proyectada en una plaza urbana al final de Federico Anaya, cercana al parque de Würzburg y al Multiusos Sánchez Paraíso, una vez que el Consistorio tuviera el buen criterio de bautizarla con el nombre del llorado torero. Conocida la idea durante los meses previos puse en marcha una campaña desde el desaparecido diario Tribuna de Salamanca que no tenía otra finalidad que el bronce se colocase en el exterior de La Glorieta. Era su sitio natural, al lado del coso en el que tantos aplausos recibió y triunfó decenas de veces, nunca en otro punto de la ciudad. La campaña encontró la sensibilidad de la gente que la aprobó de manera unánime, al igual que el alcalde y definitivamente se ubicó en este lugar, en el que se habitó un jardín y a la par se hizo un estudio paralelo para que el jardín del otro extremo albergase la del Niño de la Capea y esa zona quedase marcada bajo la añoranza de la Edad de Oro del toreo salmantino.
Posteriormente nada más inaugurarse la escultura sugerí a través del diario que la memoria debería ser recordada cada año con un ofrenda floral. Y puse el ejemplo de Valencia con Manolo Granero o con el gran peón Manolo Montoliu. Esa idea encajó en Julián Lanzarote, entonces alcalde de la ciudad, que fue el que puso en marcha la ofrenda floral y cada año trató de que fuera a más, siempre con la ayuda del zamorano Luis Felipe Delgado, que escuchaban ideas para engrandecer ese acto.
Hoy no faltan quienes pretenden hacerse padres de esa idea. Desde el tabernero que se encontró con el alcalde una noche que fue a cenar a su casa y en plena campaña mediática se le sugirió o gente que se lo recordaba por la calle y hoy hacen gala del oportunismo. O incluso hasta algún juntaletras al uso que siempre están a las caídas para alimentar su ego. Por eso lo que cuenta fue así y se puede consultar en las hemerotecas que, al igual que el algodón, no engañan.
Solamente refrescar un poco la memoria, porque lo importante es Julio Robles y su legado imperecedero, le mismo que está vivo todo el año. Porque en cada momento de la temporada se hace referencia a hechos que protagonizó, siempre en forma de faenas históricas que hoy deberían ser puestas en la Escuelas de Tauromaquia para que las nuevas oleadas de toreros supieran que es la personalidad. Esa personalidad única de Julio, cuya estela brilla con tan fuerza como pasión.
FOTOS: LUIS FALCÓN
Te doy la enhorabuena, Paco, por conseguir el lugar adecuado para el recuerdo del maestro. Coincidí contigo brevemente en Tribuna y se que eres vehemente cuando luchas por una causa justa. Que la Vida te sonría. Un abrazo, Virginia.
Mi sincera enhorabuena a Paco Cañamero director de «Glorieta Digital». Excelente página periodística del mundo taurino.
Desde la inauguracion de la estatua hasta la ultima ofrenda floral de la pandemia del 2021 siempre he asistido y nunca he salido en la FOTO